El chocolate es una opción segura, no hay forma de arruinarlo con este. Aunque siempre lo pide y teme cansarse de él.
La vainilla es un clásico. Es simple, quizás un poco aburrida, ¿a lo mejor se le antoja algo más emocionante? Debería seguir buscando.
El limón es fantástico, o al menos en los primeros bocados. A medida que el cítrico empiece a viajar por las cavidades de su boca, los receptores salivales fallarán debido a la exposición duradera del ácido. Como resultado final, su lengua no podrá identificar la composición de otros alimentos.
La fresa es como una caricia, delicada y sutil. No empalaga, así que no habrá ningún inconveniente si come más de siete cucharadas; no aburre, por lo que tendrá un buen rato de diversión al consumirla; y además, no afectará a sus papilas gustativas.
—Quiero de fresa —ordena Evangeline, quien estuvo parada varios minutos enfrente del congelador. No dejaba de mirar la variedad de sabores porque quería escoger el más adecuado y apetitoso.
—Se nos acabó el de fresa —aclara el vendedor.
—Ah...
"El chocolate no está tan mal". Piensa ella, caminando para dirigirse a la mesa donde se encuentra Matheo.
—Buena elección.
—¿Verdad que sí? —se muestra confiada ante la opinión del hombre—. Gracias por traerme, en serio tenía antojo de un rico helado.
—¿Cuándo fue la última vez que viniste a una heladería?
—Si no estoy mal... tres meses, hace tres meses que no vengo a una.
—Interesante.
—¿Por qué sería interesante eso? —dice entre risas.
—Yo vengo muy seguido, pensé que era lo normal.
—Puede que sea normal para otras personas —agrega ella, cuchareando su helado con lentitud—. Por ejemplo, los padres que traen a sus hijos a comer helado. Es común en las familias.
—¿Era común en tu familia?
—No... —su voz se escuchó un tanto rasposa—. ¿Y en la tuya?
—Creo que sí, sobre todo en la niñez. Mi mamá era quien me llevaba a las heladerías, y a los parques, y a los... bueno, tú entiendes.
Evangeline se siente conmovida, así que deja escapar una dulce sonrisa. Una sonrisa real.
—¿Y dónde está?
—¿Disculpa? —el hombre deja de comer su helado.
—Tu mamá —insiste—. ¿Dónde está tu mamá?
—¿Por qué... por qué quieres saber?
Evangeline deja de comer su helado al notar que Matheo hizo lo mismo.
—Lo siento, no quería incomodarte.
—No me incomodas —él evita mirarla a los ojos—. Es un tema un poco...
—¿Sensible?
El muchacho iba a darle la razón, hasta que vio a alguien.
—¿Esa no es Yunikua?
—¿Quién?
—Sí, Yunikua —alza su brazo para señalarle.
Evangeline estaba tranquila, pues desconocía el nombre de dicha persona. No obstante, enloqueció al seguir la indicación de Matheo.
—Ay, por dios —murmura para no ser oída—. Es Stacy.
—Por supuesto, Stacy. Así se llama —él siguió comiendo su helado, sereno—. Perdón, soy malo con los nombres.
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¿Sabes quién es Evangeline?
Novela JuvenilEvangeline y Matheo se conocen el primer día de universidad, comparten una que otra palabra y todo termina ahí. Ocho meses después, Evangeline se ha vuelto la chica más popular del campus. Los estudiantes la aman, los maestros la adoran, todo el mu...