Capítulo 18

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Aquella señora se desplaza raudamente en el interior de su hogar, viéndose afanosa, agitada, como si no hubiera preparado nada con antelación. Su expresión es de nerviosismo. Su postura es de agotamiento. Entra en una habitación, la repasa con la mirada y después la cierra; ingresa a otra habitación, la repasa con la mirada y después la cierra. Al no haber más cuartos que examinar, se dirige a la sala. Allí se encuentra su preciada hija.

—Mi amor, llámame si necesitas algo —informa la señora—. Los números de emergencia están pegados en el refrigerador. El botiquín de primeros auxilios está al lado del refrigerador. La comida que te preparé está dentro del refrigerador. Ya sabes, todo lo importante está cerca del refrigerador.

—Por eso es mi electrodoméstico favorito —bromea Calíope—. No te preocupes, estaré bien.

La señora le planta un beso en la frente.

—Nos vemos luego, mi niña —va hacia la puerta, y antes de atravesarla se gira a la joven—. Te amo.

—Yo también te amo, mami.

Y la señora se esfuma del lugar. Estando sola nuevamente, Calíope se dispone a tomar una escoba para barrer su casa; no obstante, el timbre advierte la llegada de alguien. ¿A su madre se le habrá olvidado algo? No sería una novedad.

Camina hasta alcanzar la puerta y la abre. Enseguida se arrepiente.

—Querida, ¿cómo estás? —pregunta Evangeline.

—¡Adiós! —grita Calíope, lanzando la puerta con la intención de golpear el rostro de la visitante. Evangeline logra detenerla, y sin permiso alguno, entra al hogar—. ¡¿Estás loca?!

—Vamos a hablar —aclara la peliblanca.

—¿Hablar? —su furia disminuye progresivamente, dándole paso a la angustia—. ¿Hablar de qué?

—De ti. De mí. De todo.

—No quiero hablar contigo.

—Pero lo necesitas —Evangeline se para frente a ella—. Vamos a hablar, querida... —"lo quieras o no", completó en su cabeza.

La conversación que desarrollaron fue temible, bastante deplorable; y aun así, es obligatorio relatarla para poder seguir el hilo de esta historia. Sin embargo, para no dejar atrás el valor de la prudencia, su diálogo será expuesto en forma de un poema.


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LA TIERRA Y LA NIEVE

Fue un acontecimiento inusual,

por más que se quiera negar.

Donde la ética y la moral

no encontraron lugar.

Fue grotesco, asqueroso,

y sobre todo, peligroso.

El origen de un conflicto

y la expiración

de un color invicto.


En alguna parte del mundo,

la tierra y la nieve

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