¿Sabes quién es Evangeline?

Capítulo 10

"Hola, solo quería decirte..."

El mensaje es eliminado.

"Hola, ¿cómo estás? Lamento que..."

El mensaje es eliminado.

"Hola, espero no haber..."

El mensaje es eliminado.

"Hola, Matheo. Sé que debes estar muy confundido por mi manera de actuar, no te culpo, ni siquiera yo entiendo qué sucede conmigo. Es inexplicable. Recuerdo estar caminando en las afueras de una ostentosa mansión, pensando en lo ridículo de haber asistido a una fiesta en la que, se supone, hallaría cualquier tipo de distracción lo suficientemente sugestiva para poder lidiar con los contratiempos que resultan de vivir inmersa en una inquebrantable melancolía; y entonces, en medio del arrepentimiento, observo a lo lejos a un chico de expresión disgustada que me hizo sentir como si no fuera la única desquiciada que va a una fiesta a, irónicamente, quejarse de haber ido a una fiesta. Me acerqué al chico, hablamos y de repente ya éramos los mejores amigos. Es sorprendente lo mucho que podemos llegar a parecernos, ¿cierto? Aunque tal vez esa sea la razón de que nunca hayas percibido nuestra relación como algo más trascendental que una simple amistad. No me malinterpretes, eres el amigo ideal, el que todos desearían tener; sin embargo, lo que siento por ti no es un afecto de compañerismo ni un apego familiar, no es el típico cariño que se comparte entre amigos. Es especial, único, asfixiante, doloroso, incontrolable, ¡una tortura! Ojalá pudiera dejarlo atrás, eso quiero, de verdad, pero luego vienen a mi mente las experiencias y los recuerdos. ¿Por qué me tratas así? ¿Por qué eres amable? ¿Por qué eres tan caballeroso? ¿Por qué eres comprensivo? ¿Por qué eres honesto? ¿Por qué eres tan humano? ¿Tan malditamente humano? Después hablabas de ella y rompías mis ilusiones. Ella es hermosa, sensual, perfecta, ¡y dios! Quisiera tener su cintura. No soy una buena competencia, aunque sé que te molesta que diga esas cosas de mí misma. Otro punto a tu favor. Aún guardo la esperanza de que nuestra amistad no acabe aquí, prefiero mil veces abandonar cualquier gesto de sentimentalismo a tener que abandonarte a ti. Lo siento, en verdad lo siento. Llámame en cuento puedas, o quieras, y si no llamas no te preocupes, lo entenderé. Atentamente, Calíope".

Se queda unos segundos mirando su celular, vacilante, hasta que por fin toma una decisión. El mensaje es eliminado.

"Hola, solo quería decirte que lo siento. Llámame en cuanto puedas".

Envía el mensaje y apaga su celular. No hay nada más que expresar. Lo hecho, hecho está. Se aproxima a su cama con la intención de dormirse un rato; una, dos, tres y cuatro mantas utiliza para esconderse del mundo de la vigilia, momentos después logra su cometido. Dulces sueños, Calíope.

—No me importa lo que haga, no me importa con quien esté, ni me importa a quien se bese, ¡ni me importa a quien mierda se coja! ¡Él no me importa, nunca me importó! —Evangeline lanza un tacón en el espejo, rompiéndolo en cientos de pedazos—. ¡Solo yo importo! ¡Nadie, nadie más que yo!

—Niña, cálmate —a pesar de lo tenue de su voz, sus palabras arriban en el campo auditivo de la mujer.

Evangeline abandona su habitación e ingresa al cuarto de la anciana.

—¡Tú no me digas qué hacer! —le grita enfurecida—. ¡Eres un maldito estorbo! ¡Siempre estás criticándome, y ofendiéndome, y desaprobándome! ¡Estoy harta! —la joven se acerca al lecho de su abuela—. Si vuelves a decir una palabra, aunque sea una palabra más... —sujeta el mentón de la desafortunada anciana—. Te arrancaré esa lengua con mis propias uñas.

La muchacha se retira de la escena, ya que debe alistarse para ir a la universidad. El tiempo es preciado, ¿no crees?

—El tiempo es preciado, ¿no crees? —le dice Stacy a la chica rubia—. Preciado, limitado y sagrado. ¿Por qué será que las personas lo desperdician de formas absurdas e innecesarias? —es obvio que habla de Evangeline.