Capítulo 1. Vuelo por el bosque

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SIENNA

Corrimos.

Aiden y yo corrimos por el bosque que rodea la Casa de la Manada. Los inquietantes ecos de los aullidos de los lobos seguían resonando en mis oídos.

La sangre de mi compañero caía en gruesas gotas sobre el suelo del bosque, donde brillaba a la luz de la luna.

¿Cómo había sucedido esto?

Aiden había perdido.

Mi mente no podía ni siquiera empezar a asimilar la idea. Mi Aiden, mi compañero, que era más fuerte que cualquiera de los que conocía, había perdido.

Frente a esa comadreja llorona de Josh Daniels.

Y la perra cizañera de su compañera Michelle.

Incluso ahora, el acónito que había utilizado para envenenar a Aiden seguía quemando su sistema, impidiendo la rápida curación de la que tanto dependen los hombres lobo después de ser heridos.

Teníamos que buscar ayuda.

Aiden cojeaba sobre su pierna destrozada. Su pelaje negro y desgreñado estaba manchado de sangre.

Sus costados temblaban de cansancio.

No podíamos seguir corriendo eternamente.

Necesitábamos un plan.

Más adelante había un pequeño claro con una sola higuera imponente. Reduje la velocidad y me detuve.

Volví a mi forma humana.

Aiden hizo lo mismo. Su pelo negro estaba empapado de sudor y, por la tensión de su cuerpo, pude ver que sentía un inmenso dolor.

La herida de la pierna seguía chorreando sangre desde un corte largo y rasgado en la parte delantera del muslo.

Ahogué un grito de horror.

Mi corazón latía con fuerza. Me sentía mal del estómago.

¿Iba a morir Aiden?

No te asustes, Sienna. Mantén la calma. Si Aiden hubiera tomado suficiente acónito para matarlo, ya estaría muerto.

De alguna manera, este pensamiento no ofrecía mucho alivio.

Ninguno de los dos había dicho una palabra, ambos estábamos demasiado consumidos en nuestros pensamientos de dolor, pérdida y pena.

Aiden ni siquiera me miraba, manteniendo los ojos fijos en las hojas secas que cubrían el suelo del bosque.

No podía imaginar lo que debía sentir, pero no había tiempo para hablar.

- Tenemos que llevarte con Jocelyn —dije, rompiendo el silencio.

- No. Tenemos que ir a por Rowan primero —respondió con fuerza, haciendo una mueca de dolor al tratar de poner peso en su pierna izquierda.

Las lágrimas brotaron de mis ojos al mencionar a nuestro hijo.

Mi mente había estado dando vueltas con pensamientos de mi familia desde que habíamos huido de la casa de la manada.

Tenían a mi padre. Lo tenían cautivo.

Mamá ni siquiera lo sabía. Estaba en casa, cuidando a Vanessa y a River, además de a Rowan.

¿Qué íbamos a hacer?

Mi mente daba vueltas inútilmente.

Teníamos que llegar hasta Rowan.

Pero Aiden estaba empeorando. Si moría, Rowan se quedaría sin sus dos padres.

Lobos milenarios (libro 6)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora