Despertó ante la sensación de estar recostado sobre una cama de espinas, con frío y la boca seca. La luz de la mañana se filtraba directamente hacia su rostro, lo que ya había intentado reparar en más de una ocasión rogándole a su mucama que no recorriera las cortinas antes de que él se levantara. Sasila, el ama de llaves más longeva de la historia y que había sido una gran influencia en la crianza de Giulio (y también en la de su padre), era simplemente incapaz de comprender que el hecho de que una persona se levantara tarde por la mañana no implicaba que fuera perezosa si se había ido tarde a la cama la noche anterior por estar trabajando.
Murmuró una maldición, tanto por la luz que le daba directamente en los ojos como por lo fría y dura que sentía su cama. Los sirvientes cambiaban las colchas y las almohadas a menudo para evitar el desgaste, lo que evidentemente no habían hecho en su caso si la sensación que apabullaba su piel desnuda era similar a estar acostado sobre un lecho de raíces secas y tierra.
—Sasila, cierra las cortinas —mugió con desgano, girando sobre su costado con la esperanza vana de escapar a la luz del sol—. Te añadiré a mi próxima pintura con una cola y unos cuernos de demonio si no...
Abrió los ojos y se sentó rápidamente cuando su brazo rozó un arbusto que siseó al contacto y un animalillo saltó, echando a correr entre chillidos.
El panorama que le dio la bienvenida lo dejó sin habla.
Era y no era su habitación al mismo tiempo. Los rastros en las paredes carcomidas por entre las que se colaban enredaderas y hierbajos eran muy familiares. Las ventanas, por otro lado, se habían convertido en huecos parduzcos con marcos desiguales salpicados de flores secas y polvo. Sólo una tenía cristal, las demás habían sido tapiadas con maderas viejas entre las que se distinguían letras borrosas. El piso también había sido destruido, convertido en una especie de rompecabezas de tablones, piedras y tierra. Y su cama... Giulio se puso de pie con un tambaleo, sorprendiéndose aún más al verse desnudo. Su cama era una plancha de lodo, musgo y matorrales que asomaban en forma de ramas secas y espinosas sobre la base desgastada de un armazón de metal sin forma.
No había rastro de sus muebles por ningún lado. Los que había por ahí estaban tan viejos y desgastados, reclamados también por la naturaleza, que era imposible dilucidar su diseño.
Quiso hablar, gritar por Sasila o por su padre para saber lo que estaba sucediendo, pero sentía la garganta tan seca y contraída que sólo atinó a proferir un sonido largo y lastimero que no supo distinguir si fue de furia o de susto. ¿Era en verdad su habitación?
Jean, pensó entonces, llamándolo también en voz alta un par de veces. No sería la primera vez que su mejor amigo le gastaba una broma similar. El muy idiota solía aprovechar las escasas ocasiones en las que Giulio bebía hasta perder la consciencia para trasladarlo a lugares inhóspitos y reírse a costa suya cuando lo veía despertar, tal había sido la ocasión en la que lo había tumbado sobre una plancha de madera y lo había enviado a flotar en el lago. Aunque últimamente Jean había estado muy ocupado revoloteando alrededor de su esposa, que estaba en el quinto mes de embarazo, como para perder la mañana martirizando a Giulio.
Echó otro vistazo rápido, maldiciendo y reculando cuando apoyó el pie sobre una piedra desigual y un chispazo de dolor le recorrió el largo de la pierna.
Sí... Sí, sí, era su habitación. No con los mismos colores ni con el mismo mobiliario entre lo poco que la naturaleza no había devorado, pero sí con la misma hechura, la misma posición de las ventanas, los mismos ornamentos entre los rincones que abarcaban el hecho y la pared, y el mismo tamaño que él recordaba ya no de días, semanas o meses atrás, sino de la noche anterior, cuando había ido a dormir y...
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El Lienzo Incompleto (Completa)
Ficción General¡Historia ganadora de los premios Wattys 2024 a "Mejores Personajes"! Giulio Brelisa es un prodigioso pintor de la época del Renacimiento que ve su existencia trágicamente truncada en el año de 1520, a la edad de 25 años, a manos de su propio padre...