Capítulo 15

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Wolfgang

Había llegado el primer día libre de Aurora. Había acordado que podía ir a casa a pasar el día con su madrastra, siempre que estuviera de vuelta a las siete.

Estaba sentado en mi despacho, revisando unos documentos sobre el hospital de la manada, cuando un ligero toque en la puerta llamó mi atención.

Reconocería aquella llamada en cualquier lugar. Era ella.

Aurora.

-Adelante -autoricé, y luego volví a centrar mi atención en mi trabajo. Sentí sus ligeros pasos cuando vino a detenerse frente a mi escritorio.

Esperé a que hablara, pero cuando no lo hizo, finalmente levanté la cabeza y me encontré con aquellos preciosos ojos grises en los que tantas veces me perdía.

Iba vestida de forma sencilla, con vaqueros, zapatillas de deporte, una camiseta negra con un motivo punk rock y un jersey rojo de cuadros.

Su chaqueta estaba apretada contra su pecho. Su aroma celestial me volvió loco.

-¿A qué esperas, imbécil? ¡Hazlo! ¡Reclama a nuestra pareja! -exigió Cronnos en mi cabeza.

Volví a la realidad.

-¿Sí? -pregunté, rompiendo el silencio.

-Ya me marcho, alfa -anunció en voz baja. Su cabeza estaba inclinada, sus ojos fijos en el suelo.

-Ha estado llorando. Sus ojos están hinchados -dijo Cronnos.

Me di cuenta de que tenía razón. Había estado llorando. ¿Habría sido por lo de la víspera?

Mientras estaba en el jardín de mi madre, limpiando las malas hierbas, había sentido la mirada de alguien sobre mí, y el inconfundible aroma de los malvaviscos y la vainilla.

Supe inmediatamente que era ella quien estaba en el balcón, observándome:

Había luchado contra el impulso de girarme y mirarla, me había hecho el remolón y había continuado con mi trabajo.

No negaré que a una parte de mí le había encantado que me contemplara.

Pero justo en aquel momento había aparecido Tallulah. Como siempre, empezó a coquetear conmigo, poniendo sus manos en mi pecho.

Aquello duró un par de minutos hasta que finalmente me la quité de encima. Cuando me giré para entrar, miré hacia el balcón y lo encontré vacío.

A la hora de cenar, cuando entré en el comedor, ella ya estaba allí, colocando mi comida en la mesa.

No me miró a los ojos, pero me di cuenta de que algo no iba bien.

-¡Oh, me muero de hambre! ¿Qué vamos a cenar esta noche, Wolfie? -dijo Tallulah, sentándose a mi lado.

-¡Oye, doncella! ¿Dónde está mi plato-? le había gruñido a Aurora.

Fui presa de la ira.

Aurora me miró antes de dirigir su atención a Tallulah.

-Ahora mismo se lo traigo, señora -había dicho rápidamente, dirigiéndose a toda prisa a la zona de la cocina....

-Con su permiso, alfa.

La voz de Aurora me sacó de los recuerdos.

No. No quiero que te vayas de mi lado.

Odiada Por Mi AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora