Capítulo 56 de 75 (Capítulo 20)

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AURORA

Las horas pasaron muy rápido.

Me senté en casa, reflexionando sobre si debía hacerme la enferma y no acudir a la cita. Pero entonces me imaginé que Max saldría perjudicado por mi desaparición injustificada, y no me atreví a hacerlo.

Max había sido muy dulce conmigo desde que lo conocí.

Me había cuidado, me había ofrecido un hombro en el que llorar cuando Wolfgang, mi propio compañero, me trataba como si fuera una basura.

¿Por qué no podía haberme apareado con Max? ¿Por qué la Diosa de la Luna estaba tan ansiosa por mantenernos   juntos a Wolfgang y a mí?

Estaba claro como el día que no me quería. Sólo se había interesado recientemente porque yo podía ser  de ascendencia real, lo que podría convertirlo en rey de los hombres lobo.

Nada más.

Toc, toc. La señora Kala golpeó ligeramente mi puerta.

-He terminado por hoy, lady Aurora. Ahora vuelvo a la mansión. ¿No se supone que has quedado con Beta Max dentro de un rato? -me preguntó.

Mi estómago se revolvió de ansiedad.

-Sí, saldré justo después de usted para encontrarme con él, señora Kala. Cuídese a la vuelta -dije, tratando de parecer despreocupada.

-Muy bien, querida. Hasta mañana. Cuídate. Asegúrate de que Beta Max te acompañé a la estación de Autobuses cuando vayas a recoger a tu amiga.

Con eso, cerró la habitación detrás de ella.

Después de un momento, me llené de valor y me puse de pie, luego tomé mi teléfono y mi bolso y me dirigí también hacia afuera, lista para finiquitar aquella cita con Max.

Bajé la calle y me dirigí al centro comercial. Max había dicho que me encontraría en la entrada oeste.

No tenía ni idea de lo que ibas a hacer, pero esperaba que no fuera nada demasiado cursi.

Realmente no me gustaba la idea de una escena romántica, en la que nos sentáramos a una mesa en algún restaurante elegante para una cena de lujo.

No quería llenar a Max de falsas esperanzas.

Tardé exactamente 35 minutos en llegar al centro comercial. Ni que decir tiene que cuando llegué era un manojo de nervios.

Sentí que todas las miradas estaban puestas en mí, como si me juzgaran por reunirme con otro macho cuando estaba apareada con el alfa.

Pero no había forma de que sospecharan que tenía en una cita. Por lo que ellos sabían, sólo iba al centro comercial con el beta.

-Seguro que no. Nadie nos presta atención, Rory -dijo Rhea, tratando de asegurarme que no era una mala idea.

Estaba tan sumida en mis pensamientos que no me di cuenta de que Max  había llegado hasta que me dio una palmadita en el hombro, sobresaltándome.

-Alguien está nerviosa -se río Max.

-No, no lo estoy. Sólo me has pillado desprevenida -dije, tratando de ocultar que estaba al borde de un ataqué.

Odiada Por Mi AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora