Capítulo 50 de 75 (Capítulo 14)

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WOLFGANG

Corrimos de vuelta a la aldea de nuestra manada en nuestras formas de lobo.

Sí, Aurora se salió con la suya.

De hecho, no había dejado lugar a la discusión: se levantó y se marchó al amanecer, aunque no sin antes dar las gracias a Alfa Magner y al resto de su manada.

Llevábamos 15 horas corriendo por el bosque, dando tumbos entre los árboles. Me llamó la atención su resistencia. No dejaba de sorprenderme.

Aunque hubiera preferido mantenerla a salvo y volver a Ileana en tren, ella tenía razón sobre el retraso que supondría para nuestro regreso.

La idea de que algo o alguien tuviera como objetivo a los hombres lobo era muy alarmante, y teníamos que llegar al fondo del asunto.

Sin embargo, la necesidad de mantener a mi compañera a salvo era mayor, y no podía evitar preocuparme por su seguridad.

Allí fuera éramos un objetivo codiciado para quien estaba secuestrando a los de nuestra especie, especialmente Aurora con su majestuoso manto de piel blanca y sus tentadores ojos.

No pude evitar admirar su hermosa forma lobuna. ¿Cómo no me había dado cuenta de que era el epítome de la perfección?

-¡Alfa! -gruñó en mi mente, sacándome de mi tren de pensamientos-. Te agradecería que evitaras los pensamientos indecentes sobre mí. Y deja de llamarme tu compañera.

Mierda. El enlace mental.

-Perdóname, Aurora. Pero es que tú eres mi compañera.  Y la futura Luna de la Manada Luna de Sangre. Es hora de que empieces a acetarlo - respondí.

Se detuvo de repente y se volvió hacia mí, mostrando los colmillos.

¿Cuando diantres te lo vas a meter en tu dura cabeza? ¡No soy tu pareja! Nunca lo seré -me gruñó,

-No te voy a rechazar. Somos compañeros. La Diosa de la Luna nos emparejó por una razón. Al principio no lo vi, pero ahora sé claramente la razón que hay detrás. -Respondí-: Hice una pausa y luego continué-: La cagué mucho al tratarte como lo hice. Daría esta vida, y las próximas 500 vidas, para redimirme ante ti.

Permaneció en silencio durante un par de minutos y finalmente resopló y se dio la vuelta para seguir su camino.

-Créeme. 500 años no serán suficientes -dijo antes de salir corriendo a toda velocidad.

Ella tenía razón. No sería suficiente.

Seguimos corriendo en completo silencio, sólo haciendo paradas ocasionales en los causes de los ríos para saciar nuestra sed, o para atrapar un conejo salvaje o un jabalí para comer, antes de continuar.

48 Horas después, por fin estábamos cruzando las puertas del pueblo, y de camino a la casa de la manada.

Me transformé antes de llegar a la puerta y los guardias nos abrieron, pero casi perdí el paso cuando oí a Aurora gemir por detrás de mí.

Cuando me di la vuelta, la sorprendí mirándome fijamente, antes de que sacudiera la cabeza y saliera corriendo por las puertas ahora abiertas, dirigiéndose directamente a los aposentos de la criada.

AURORA

El descaro del muy cabrón. ¿Qué demonios le pasaba?

Transformarse de repente así, delante de todo el mundo. Quiero decir, sé que es muy común que los lobos anden por ahí con sus trajes de nacimiento, pero era completamente improcedente.

Lo hizo totalmente a propósito.

-Bonito culo, sin embargo -exclamó Rhea mientras fantaseaba, recreando el trasero de Wolfgang en mi cabeza una y otra vez.

Gruñí molesta al doblar la esquina del pasillo principal. Estaba a punto de entrar en los aposentos de la criada cuando un súbito jadeo llamó mi atención.

Me giré y vi a dos criadas y a la cocinera mirándome con asombro. Tardé un par de segundos en darme cuenta de que nunca me  habían visto en mi forma lobuna.

-¡Intruso! -gritó una de las sirvientas; el cocinero me apuntó con su cuchillo, listo para atacar.

Inmediatamente agaché la cabeza en señal de sumisión, dejando escapar un gemido, pero por suerte Remus, Aspen y la señora Kala entraron corriendo en aquel momento.

-Baja tu arma, cocinero -le ordenó Remus al hombre-. Es a tu futura Luna a quién estás amenazando con ese cuchillo.

El hombre dejó caer su arma de inmediato.

-Bienvenida, Lady Aurora -Remus se volvió hacia mí e inclinó la cabeza; el otro siguió su ejemplo. Gruñí con fastidio y resoplé antes de entrar en los aposento de la doncella.

Sé que debería haberme transformado y dejar que supieran quién era, pero aún así no me sentía cómoda caminando desnuda delante de todos.

Busqué en el vestuario hasta que encontré una enorme camiseta de entrenamiento que alguien había dejado allí.

Me la puse. El dobladillo apenas me llegaba a la mitad del muslo, pero tendría que servir por el momento.

Volví a salir y me encontré con que todos seguían boquiabierto, mirándome. Aspen fue la primera en acercarse a mí; enlazó su brazo con uno de los míos.

-¡Tu loba es muy hermosa Rory! ¿Cómo es que nunca nos la has enseñado? -dijo

No pude evitar que un tinte rosáceo se apoderarse rápidamente de mis mejillas.

-Nunca he tenido la oportunidad de hacerlo -respondí.

El cocinero se acercó entonces a mí, inclinando la cabeza, mostrando su cuello en señal de sumisión.

-Perdóname, Lady Aurora, por amenazarte con un arma. No era mi intención dañar a la futura Luna.

-No te preocupes por eso. Yo también tengo la culpa por presentarme así, sabiendo que ninguno de vosotros, aparte del alfa, conocía mi forma lobuna -expliqué. Mis mejillas estaban calientes: Todavía no estoy preparada para ser vista desnuda por otros. Me disculpo por haberos asustado.

-Lady Aurora, ¿el alfa también ha regresado? No esperábamos que volviera hasta dentro de un par de días -dijo Remus.

-Sí -confirmé, asintiendo-. Debe de estar en su habitación cogiendo ropa. Insistí en que volviéramos en nuestras formas de lobo, ya que sería más rápido. ¿Es realmente cierto que nuestra gente ha sido secuestrada?

Mientras hablaba, empezamos a caminar de vuelta al pasillo principal, y luego subimos al segundo piso hasta el despacho del alfa.

-Sí, Lady Aurora. Hasta ahora, 8 miembros de la manada han sido echados en falta, desaparecidos mientras estaban en las lindes de las tierras de la manada.

Asentí en señal de comprensión. Aquello era más grave de lo que había pensado.

La desaparición de 8 de nuestros guerreros y rastreadores era algo muy alarmante. 

Odiada Por Mi AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora