Capítulo 11

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Los ojos de Takemichi se iluminaron llenándose por completo de lágrimas al ver al alfa que yacía afuera.

Pese al frío que hacía, ahí estaba él, presente, de pie y con la nariz congelada mirándolo de lejos.

— Siento mucho haber venido a verte a semejante hora —se disculpó el chico aún estando fuera.

Takemichi sonrió mientras volvía a derramar algunas lágrimas.

— No te disculpes, me alegra mucho que hayas venido —respondió con dificultad refregando sus ojos en un inútil intento por frenar su llanto.

— ¿Cómo te encuentras?, ¿Mejor? —preguntó el alfa.

— ¡Perfectamente! —respondió con una gran sonrisa mientras lloraba.

De pronto la luz de la habitación de abajo se encendió.

— ¡¿Quién carajo es usted y qué hace aquí?! —demandó una respuesta la enfermera de guardia.

— ¡Hola señorita! ¡No soy una ninguna amenaza! —respondió el muy sinvergüenza— solo vine a ver a un paciente.

La mujer dirigió la mirada hacia arriba.

— ¡Perdóneme, es culpa mía! —se disculpó el omega.

— ¡Hay un horario para las visitas señor Hanagaki! —reprendió al chico— dígale a su novio que venga a verlo mañana más temprano, por favor.

Takemichi se incomodó demasiado.

— ¡Yo no soy el novio! —le respondió el alfa— ¡Sino el mejor amigo del novio!.

La mujer lo miró alzando una ceja.

— Hay más pacientes además de usted, señor Hanagaki. Así que amablemente le pido que corte la conversación con el amigo del novio y vuelva a su habitación. Ya es hora de dormir —demandó la mujer.

El alfa se echó a reír.
— Perdón, señorita, Takemicchi. Volveré mañana.

— Por favor —respondió ella con molestia.

— Disculpe, si no es mucha molestia. ¿Puedo dejarle esto? —inquirió mostrando una bolsa de compra— le traje helado a Takemicchi.

Ambos se quedaron de piedra «¡Tremendo descarado!» pensó la enfermera.

— ¿Usted no tiene vergüenza?.

Él comenzó a reír.
— Si con eso logro que me haga el favor... No, no tengo —respondió con una sonrisa.

La enfermera fue a recibir la bolsa y finalmente Takemichi y Mikey se despidieron.

— El amigo de su novio es muy extraño —mencionó la mujer al darle el helado.

Takemichi lo recibió sin decir una sola palabra. Mientras comía el helado, solo podía llorar mientras su cara no tenía expresión alguna.

«Hasta Mikey vino a verme, excepto él...»

Al día siguiente su madre y amigos fueron a verlo. Takemichi fingió felicidad absoluta ante su presencia. Pero había alguien a quien nunca se puede engañar.

— ¿Qué sucedió? —preguntó su madre cuando lo demás se habían ido.

— ¿De qué hablas?.

— Cariño, puedes mentirle a todos los demás e incluso tratar de convencerte a ti mismo. Pero a una madre, jamás lograrás engañarla.

Takemichi bajó la mirada intentando no llorar frente a ella.

— Mi amor, mírame —dijo tomándole la cara— dime, ¿Qué sucedió con él?.

,Ꮚ⁠˘⁠ Mi pequeño y precioso Omega ⁠ᏊDonde viven las historias. Descúbrelo ahora