[Capítulo 5]

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Camila

Habíamos quedado a cenar con los chicos. En realidad sólo era con Matías, ya que Alain y Paul decidieron no acercarse nuevamente a mí por miedo a que les partieran la cara.

Imbéciles.

Me molestaba que fueran tan cobardes, pensaba que éramos amigos, pero bueno, ya uno va viendo las cosas como son.

Estábamos en el «Italian Home», uno de los nuevos restaurantes que habían abierto en la ciudad. Matías nos esperaba en la puerta del local cuando habíamos llegado. Leah estaba muy bonita, demasiado diría yo.

Tenía su pelo recogido a un lado en un chongo y el rostro estaba maquillado muy sencillo pero llamativo. No traía sus lentes y tenía un bonito vestido de mangas largas color lila, con aperturas cuadradas y constantes en lo largo de los brazos con unas sandalias doradas muy bonitas. Yo me había puesto una saya larga rayada en color mostaza y crema, entallada a mis piernas y abierta desde mis rodillas hasta mitad de mi pierna, y un body blanco de tirantes finos. Mi pelo estaba suelto en hondas y solo me había maquillado con rímel y glos.

- Están hermosas señoritas. - sus ojos miel puestos sobre la rubia. Se aclaró la garganta y nos dejó pasar. Un metre nos indicó el camino y nos sentamos junto a un gran ventanal con vista a la ciudad.

Pedimos la comida y cuando llegaron los platillos tenían una pinta y olor familiar. No sabía expresar pero sentía reconocer algo en ellos.

Comimos entre charlas y risas. Leah se sonrojaba con cada comentario que hacía el cobrizo y luego chocaba su rodilla con la mía, bajo la mesa. Yo solo me dedicaba a sonreírle, calmarla. Había aceptado venir solo porque ella me lo había pedido, sabía que esto era una cita. Yo solo estaba aquí para sostenerle las velas y brindarle mi apoyo.

En algún momento mi mirada viajó por todo el local y todos estaban contentos y complacidos con la comida. Los camareros iban y venían con bandejas y mostraban sonrisas amables. El ambiente muy elegante con decoraciones en dorado y blanco y lámparas de cristal.

- Buenas noches - me tensé en mi asiento. Con suavidad, volteé mi rostro hacia la mujer vestida de chef, con un gorro enorme en la cabeza cubriéndole el pelo negro, unos ojos hermosos cayeron con fiereza sobre mí y casi me cojo en mi asiento. -. Tú.

Sí, yo pues. Genevive me miró con el rostro tenso y una sonrisa fingida, que claramente, no le llegó a los ojos.

- Hola a ti también, señora Hart. - le sonreí con los labios apretados. Mis amigos se quedaron expectantes cuando pronuncié su apellido.

- Pasaba por aquí para desearles buena noche y preguntarles por la comida. ¿Qué les pareció?

Mis amigos asintieron complacidos y les dieron sus más sinceras respuestas. La verdad, es que la comida estaba muy buena, demasiado buena, todo hay que decirlo.

- Bueno, espero volver a verlos, aunque a algunos no tanto. - sus ojos se escurriendo hacia mi asiento y yo me mantuve inamovible.

Se marchó luego de otra ronda de preguntas y agradecimientos hacia mis amigos. Respiré con más tranquilidad cuando desapareció.

- Vaya, no eres de su agrado. - Leah me miró apenada y curiosa a la vez.

- Si, nunca lo he sido - me levanté con suavidad y dije -: Voy al baño, vuelvo enseguida.

Cuando te tenga (II) [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora