[Capítulo 9]

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Dareen

Masajeo mis sienes con ambos pulgares. Esto de trabajar y estudiar a la misma vez es un asco. Casi no tengo tiempo para ponerme al día en la universidad gracias a que mi querido padre (noten mi jodido sarcasmo) me ha puesto a trabajar doble, solo para que esté más presente en la campaña de ese viejo.

Tenía montones de hojas que terminar de memorizar y la cabeza me iba a mil. Llevaba horas sentado frente a mi portátil mirando la pantalla y tomando notas en las hojas. Ya hasta la vista me ardía.

- Eh, Hart. - llamó Fabián desde el otro lado de la puerta. Lo dejé pasar con un sola palabra.

- ¿Vas a salir?

Llevaba una camisa manga larga apretada y unos pantalones beige bien elegantes. Tenía el pelo rizado un poco húmedo y brillante y se le notaba ansioso.

- Sí, los padres de Mara están en la ciudad y quieren cenar en familia. Y pues, conmigo también. ¿Genial, a que sí? - me reí de sus gestos. Tantas veces que habían estado juntos y aún le cagaba ver a su suegro.

- Solo no le vomites en la cara a ese viejo. No quieres estar en malas con tu suegrito. - Fabián me sacó el dedo ofendido. Yo reí.

- Vuelvo dentro de unas horas. - asentí y luego se marchó.

Miré la pantalla de mi portátil durante un tiempo después hasta que mi reloj pitó en mi muñeca, avisando que ya eran las siete en punto de la tarde.

Cerré la pantalla y me encaminé a tomar una ducha. Había quedado con Camila para llevarla a una feria. No era nada del otro mundo, estarían ofertando diferentes libros y cuadros de arte. Pero también habría atracciones y películas en un apartado.

Todas las veces que salimos a estos lugares me han servido para saber que ella ama estas cosas. Salí del baño envuelto en una toalla y mis ojos cayeron sobre el peluche del zorro naranja junto a mí armario.

Había dormido abrazado a él desde que Camila se había ido. Tenía su olor y me hacía sentirla junto a mí, así que en mi fantasía me servía para aliviar mi dolor.

Me vestí con rapidez tomando mi característico color en las prendas y luego salí tomando las llaves del auto. Le envié un mensaje avisando que iba en camino, luego conduje hasta su departamento. Escuché los ladridos de Queso cuando salió.

Ahora, ¿Queso? ¿No había un nombre mejor para un perro? Pero claro, tenía que haberle nombrado así la cabezota peluda de Camila. Siempre siendo tan original y tierna con todo.

Salió del edificio luciendo unos pantalones de mezclilla, ceñidos a sus piernas delgadas y estrecho en su cintura, en conjunto con un top de encaje en morado y una chaqueta blanca cerrando el outfit. Su pelo chocolate iba en ondas hasta sus caderas, tenía unos mechones cayendole en la frente y otros detrás de las orejas. Tan hermosa. Siempre lo ha estado, joder.

- Hola, preciosa. - alabé cuando me sonrió con vergüenza.

- Hola. - su olor característico me hizo caminar hacia ella y acariciar uno de sus mechones de la cara. Se tensó en mi toque pero no se movió y eso me emocionó.

- Vamos, quiero tener los mejores puestos para hoy.

Conduje hacia el lugar de la feria y como dije, estaba encantada. Miraba todo como una niña pequeña que apenas conocía el mundo. Llegamos a la parte abierta donde iban a reproducir una película y tomamos asiento a medio camino. Teníamos buenas vistas así que estábamos bien. Habíamos comprado varios refrescos de Coca-Cola y dos bol de palomitas con mantequilla para la función.

Cuando te tenga (II) [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora