[Capítulo 6]

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Dareen

Había mandado a redactar unos documentos que necesitaba que Máximo firmara para poder llevar a cabo unos contratos de empleados en una nueva empresa.

Llevaba una semana sentado en esta oficina y el trabajo no disminuía. Luego de mi visita a la Comercial había notado ciertos fallos con los productos, mi padre había estado orgullo de mí cuando había planteado alguna posible solución.

No sabía cómo sentirme con respecto a esta situación. Mi padre siempre había sido mi mayor discriminante. Me menospreciaba y decía que no era suficiente. Pero en estos días aquí parecía estar orgulloso y satisfecho con mi persona. No sabía cómo tomar algo así. Estaba tranquilo con mis resultados aquí en la empresa. ¿De dónde sabía administración? Bueno, cuando era un joven aún, mi padre me obligaba a leer libros sobre cómo llevar una empresa o cómo administrarla, así que tenía mis conocimientos.

Un alboroto llamó mi atención a las afueras de mi oficina. Clodin estaba caminando como loca de un lado para otro dando órdenes a los empleados. Salí a ver qué coño sucedía y creo que había preferido no haber sido tan curioso.

- Buenos días, hijo. Mamá te echó mucho de menos.

Genevive se acercó a mí con ese caminar elegante y altivo que siempre portaba. Su pelo negro estaba sostenido en una coleta alta, su rostro marcado por el maquillaje y su cuerpo enfundado en un vestido elegante color carbón; y ni hablar de sus caros tacones.

Hice una mueca de desagrado cuando me tomó de los cachetes y plantó un beso en cada una de mis mejillas. La tomé de los codos y la aparté tratando de no ser tan grosero con ella frente a los empleados que nos miraban atentos.

- No puedo decir lo mismo pero ¿qué haces aquí? - pronuncié para que solo nosotros dos lográramos escuchar.

Mi madre sonrió y caminó hacia mí oficina, adentrándose en ella y sentándose como si fuera suya.

- Digamos que te tengo una propuesta. - sacó de su bolso de marca un cosmético y se miró en el pequeño espejo que portaba.

Caminé hacia mí silla y planté las manos sobre mi escritorio. No quería saber de ninguna proposición suya.

- No tengo interés en escucharte, así que por favor, márchate. - soné lo más frío y distante que podría llegar a ser. Mi madre sonrió cínica, levantándose de su asiento. De pronto, puso cara de dolor y se tocó el pecho con una mano.

- Oh, cariño. ¿Cómo le hablas así a tu madre? - rodeé los ojos aburrido. - Claro que te interesa.

- Habla de una vez, Genevive. Tengo trabajo que hacer.

Sabía que si no decía lo que tenía que decir no se iba a marchar. Así que mejor que lo soltara de una a seguir dándole más largas al asunto.

- En dos días tenemos una cena especial. Un viejo amigo y socio de tu padre está postulado a nuevo ministro del país. - empezó hablando mientras se paseaba por la estancia - Y quiere tener buena relación ante la cámara con nuestra familia, dado a nuestro poder, eso sería muy beneficioso para su campaña y por supuesto, nuestra familia.

- No tengo tiempo para ninguna de vuestras idioteces. - declaré caminando hacia la puerta y abriéndola para ella, indicándole que se fuera.

Cuando te tenga (II) [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora