[Capítulo 22]

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Dareen

Me acomodo mejor en mi lado, mi teléfono estaba sonando y no quería que Camila se despertara. Estaba acostada a mi lado con su rostro dulce en dirección a mi.

—¿Diga? —descolgué la llamada cuando alcancé mi móvil en la mesa.

Hey, ¿dónde estás? Te estamos esperando para elegir el diseño de los anillos. —la voz de Victoria se escuchó al otro lado de la línea.

—¿Qué hora es? —me rasco los ojos levantándome de la cama con suavidad.

Son las 10:27 am.

Cam seguía dormida, así que le cubrí más los hombros con el edredón y salí de la habitación. Queso corrió a saludarme con su energía perruna.

—¿Es Dareen? —la voz autoritaria de mi padre me hizo apretar la mandíbula. Escuché una leve respuesta y luego un agitón en la línea. —¿Se puede saber dónde carajos estás? Victoria ha estado esperándote más de media hora.

—Me acabo de levantar ¿Quieres reservarte el mal carácter? No estoy para tolerar tus rabietas de señor Controla Todo.

Preparé un café mientras Queso me perseguía por toda la cocina como una cámara de vigilancia. Máximo maldijo.

No te hagas el chisticito, bien sabes que con unas llamadas todo puede cambiar para esa niña ¿Estás con ella cierto? —Joder. Escucharlo amenazar a Camila hacía que me hirviera la sangre en ira —Te recuerdo que estás comprometido, me importa un pito dónde metes tus bolas, pero sabes bien que esto no lo puedes fallar o las consecuencias serás mayores para ella. Su padre ya perdió el empleo. ¿Quieres que también pierdan la casa?

Apreté el teléfono en mi mano aguantando las ganas de mandarlo a freír croquetas con sus amenazas. Estaba harto de que me amenazara y que siempre terminara perjudicando a Camila. Tenía que buscar una forma de quitarmelos de encima. Pero no sabía qué hacer para que la dejaran en paz.

—Ni se te ocurra, estoy haciendo todo lo que me pides. —Máximo se rió cínico

Muy bien, entonces te quiero aquí en menos de veinte minutos o ella recibirá noticias.

Colgó. El muy hijo de puta colgó. Guardé mi móvil cuando una somnolienta conejita salió en pijamas de su habitación. Tenía sus pelos alborotados y sus mejillas rojas y marcadas por la almohada.

—Buenos días. —sonrió como ángel llegando a mí y abrazándome. Joder ¿Había algo mejor que esto? Espero que no, porque era todo lo que quería ahora mismo.

—Muy buenos días. Te hice cafecito. —le tendí una taza y ella la tomó dándole dos sorbos pequeños.

—¿Ya te vas? —preguntó al verme vestido y tomando las llaves de mi Audi.

Cuando te tenga (II) [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora