[Capítulo 3]

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Dareen

Imbécil, eso es lo que era aquel idiota que se atrevió a tocarla.

Apreté los puños en el volante del auto y giré en dirección a mi edificio estacionando el auto en la entrada.

Los puños me latían y la cabeza se me iba a reventar. Debí de darle algunos puñetazos para ver si así aprende a no posar su boca sucia sobre la de ella.

Cerré la puerta con demasiada fuerza, pero por suerte Fabián y Mara ya se habían ido. Genial.

Tomé una cerveza de la nevera y me fui a mi cuarto. La noche había sido una mierda, la castaña que me había buscado no sirvió de nada, y para colmo, tener que encontrarme con ella luego de tanto tiempo me sentó fatal. Tantos recuerdos amontonados en mi memoria que dolía pensarla.

Volver a ver esa cara inocente, esos ojos redondos y brillantes, esos labios que me pedían a gritos que los devorara y los convirtiera en míos otra vez. Ese cuerpo enfundado en ese mini short me habían sacado de mis casillas.

Maldición.

Se veía tan provocativa e inocente a la misma vez, sin saber qué provocaba en mi, en los hombres que la miraban. Casi le parto la cara a esos imbéciles que se la comían con la mirada cuando contoneaba sus caderas en ese vaivén embriagador. El rubio contó con suerte de que cuando la sentí sobre mi se me fueron los deseos de matarlo. Volver a sentir su cuerpo en contacto con el mío había choque un eléctrico de emociones.

Me recosté en la cama y tomé mi móvil. Busqué su perfil en Internet y me empapé de su rostro, de sus sonrisa, de esa mirada que tanto le gustaba darme para provocarme.

- Mierda. - gruñí apretando los puños.

Esa enana si que gustaba de sacarme de quisio. Pero no iba a atormentarme más, mañana empezaba en la empresa de mi padre y debía de tener paciencia para soportarlo de ahora en adelante.

Tomé una ducha y luego me metí en la cama, imaginando que su olor aún seguía en la almohada a mi lado. La abracé y luego me dormí.

∆-∆-∆

Abrí los ojos antes de que la alarma sonara. Tomé una ducha y luego me busqué el traje que había mandado la tienda. Miré el modelo y la tela y sí, supe que esto lo había elegido Genevive. Era todo su estilo, demasiado elegante, demasiado orgullo.

Decidí pasar de eso y ponerme lo de siempre que iba a ese lugar. Una camisa negra, una chaqueta fina encima y un pantalón a juego, mis zapatos y el primer reloj que vi. Me paré frente al espejo y me pasé las manos por el pelo. Miré mi reflejo y luego salí de ahí. Llegaba con tiempo así que me detuve en una cafetería y tomé un desayuno rápido.

Llegué a la empresa y los de seguridad me hicieron un pequeño gesto de respeto con la cabeza. Les devolví el gesto por educación y luego me subí al elevador. La recepcionista se levantó de su puesto nada más verme y luego me saludó caminando hacia mi.

- Buenos días, joven Hart - llegó a mi lado y me entregó una carpeta roja -. Su padre le ha dejado esto para que empiece con su trabajo. Su secretaria estará con usted dentro de diez minutos, le informo con antelación que tiene una reunión con su padre y los demás accionistas a las 10:00 am y luego tiene una mesa reservada en el restaurante aquí a la esquina. Si desea puedo mandar a traer su comida hasta su oficina.

Cuando te tenga (II) [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora