Tsukishima es el tipo de novio primerizo que no tiene idea de cómo iniciar el contacto físico.
╰─────•☪•─────╯ Mi pasión es publicar en la noche
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El hecho de que se encuentre en una relación era raro incluso para Tsukishima, quien recientemente se había puesto de pareja con su amiga de secundaria.
Pero decir que es reciente es nada más que una excusa para ocultar la vergüenza de que, realmente, llevaba ya 5 meses de relación.
¿¡En qué momento había pasado tanto tiempo!? Según sus recuerdos, apenas la semana pasada se habían confesado (que será historia para otro momento), hubo un lapso de tiempo en que ambos se evitaron por pena ajena al otro y a sí mismos, y ahora ya tenía 5 meses de relación contigo.
No tenía ni siquiera los consejos de su hermano mayor para guiarlo (bueno, si los tenía, pero eran una mierda) por lo qué no sabía que hacer a continuación; se supone que las parejas se abrazan... y se besan... y son súper mimosos (le dio arcadas de pensarlo), pero de solo imaginarlo hacía que su cuerpo se calentara de pies a cabeza.
¿Él? ¿Mimoso? Jamás, pero cuando te veía de reojo la idea de recargar su cuerpo contra el tuyo hacía que se le dibujara una sonrisa boba en la cara, o cuando caminaban juntos hasta aquella esquina antes de separarse para ir a sus respectivas casas a veces pensaba en cómo se sentiría tu mano bajo su toque. No hace falta mencionar que al mínimo pensamiento sobre una de estas cosas o mil más hacía que su corazón latiera y tan fuerte que creía que sufría de taquicardia.
Y estos pensamientos cruzaban su mente unas 30 veces al día.
Odiaba a veces su cuerpo de puberto.
Pasando al día de hoy, se suponía que iban a hacer una tarea en conjunto en tu casa, ¡pero vaya! Te dejaste las llaves adentro y tu padre se llevó la copia que estaba debajo del tapete. Con burlas de parte de Kei se dirigieron a la casa del mismo, para descubrir que él también se había dejado las llaves adentro.
Sentados en los columpios de un parque cercano a la espera que cualquiera de sus progenitores llegue, platicaron un poco.
—De pequeña creía ir si me impulsaba lo suficientemente fuerte podía hacer una vuelta de 360 grados.
—Qué pensamiento más tonto.
—Cállate, ¿o a caso quieres que te cuente lo que me dijo Yamaguchi sobre ti y tus muñecos de dinosaurios?
"Nota mental: matar a Yamaguchi"
Kei, molesto, se levantó de su silla y se posó detrás de ti, jalando tu asiento lo más que podía para darte un fuerte impulso.
Cualquier persona que los viera de lejos pensaría que son una pareja muy linda y enamorada, lástima que no pudiera oír tus gritos desde donde estaba.
—¡¡TSUKISHIMAAAAA!! ¡¡BÁJAME IDIOTA!!
—Yo de pequeño saltaba desde esa altura, si quieres bajar salta.
—¿¡ACASO ESTÁS LOCO!?
Pero mientras veías como parecía no querer detenerse, tomaste valor y brincaste del columpio. Qué fea caída tuviste, tanto que Tsukishima corrió a verte tan pronto como oyó tus quejidos a la par que abrazabas tu pierna, pero el sorprendido fue él luego de que lo jalaras del antebrazo y lo lanzaras al suelo.
—Maldita...
—Si me empujas te arrastro conmigo.
Las risas de ambos llenaron el solitario parque. No recordaba la última vez que había reído de esta manera, pero sentirse tan cerca o a ti ya era algo casi natural, algo que siempre debió ser... pero quería más de una forma u otra.
Se supone que habían quedado ir a su tiempo, sin presionarse, tal vez por eso no se había animado a dar un paso más allá, puede que vergüenza o incomodidad, o tal vez por la idea de que él o tú se dieran cuenta de que eso no iba a funcionar.
—¡Ouch!
—Tu rodilla sangra.
Al final de cuentas si fue una fea caída, por lo que tu rodilla ahora estaba sangrando. Rápidamente, Tsukishima rebuscó en su bolso, encontrando gasas y cinta de sus prácticas para la herida. Limpio y vendo con cuidado la zona, intentando que no estuviera ni apretada ni floja.
Y en un agarre de valentía, ante la sensación suave de tu pantorrilla sobre sus dedos, beso con cuidado la zona con la idea de que sea visto como una disculpa.
Por suerte y para evitar la pena de sus acciones, las madres de ambos llamaron por fin; no queriendo hacer tarea ese día ambos se despidieron y se fueron a sus casas.
La frente de Kei estaba tan fija por los golpes dados con su palma, o sea, ¡¿BESARLE LA MALDITA RODILLA?! ¡¿EN QUÉ CARAJO ESTABA PENSANDO?! Se supone que iría lento, pero todo paso de 0 a 100 que su cerebro, con el deseo de sentirla, besó esa zona y tenía la intención de subir el objetivo.
(Imagen muy lasciva de ellos besándose entrando a la mente de Kei; lit lloro mientras se quitaba los zapatos luego de entrar por el portón)
Por lo menos pensaba que no te había disgustado del todo su acto, puesto que conocía muy bien tus caras y la que habías puesto en ese momento era todo menos de asco.
