╭─────•☪•─────╮ Tsukishima es el tipo de compañero de piso que se comería tu comida pero te lo repondría luego. ╰─────•☪•─────╯
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El alivio que sentiste al entrar a tu departamento luego de una intensa semana de exámenes y proyectos de la universidad fue irreconocible. El aroma a lavanda que salía del atomizador inundó tus fosas nasales, haciendo de la experiencia mejor.
Tiraste con brusquedad tu mochila al sofá y dejaste tu chaqueta en el respaldo, al igual que tus zapatos y medias, esparcidos en alguna parte del recibidor.
— Luego los acomodare —pensaste, dirigiéndote a la cocina del lugar.
Abriste el refrigerador con euforia, rebuscando entre los anaqueles del aparato una pequeña bolsa de donas que habías guardado el día de ayer, más tu confusión aumento cuando no la encontraste.
— ¿Dónde están?
No pasaron 2 minutos antes de que sacaras todos los trastes y comida que había en el refrigerador, alzando hasta la más mínima cosa para encontrarlos, sin éxito. Hasta que viste el post-it rosa que habías puesto pegado en el lateral. Tu desconcierto fue tal que no oíste las llaves abrir la puerta principal.
— ¿Pero que mier-? —sonó una voz masculina — Agh, (N), dejaste tus cosas en la entrada y yo no lo voy a acomodar.
Escuchaste más pasos, hasta que la figura de Tsukishima, tu compañero de piso, llegó a la pequeña sala.
— ¿Por qué sacaste la comida del refri-?
— Tsukishima ¿te comiste mis donas? —preguntaste con tal seriedad que el rubio soltó una risa nasal.
— ¡Ah! ¿Eran tuyas? Pensaba que las había comprado la última vez que fuimos al súper mercado —dijo con total sarcasmo, logrando enfurecerte.
— ¡Tenían un maldito post-it!
— Pensaba que era la etiqueta del precio.
Siguió burlándose.
Soltando más palabras de furia te fuiste indignada a tu habitación, haciendo que la puerta sonara cuando la cerraste. Estabas enojada y hambrienta pero las últimas acciones fueron puro dramatismo. Así era su forma de tratarse.
Recostada boca arriba en tu cama escuchaste la puerta abrirse, no hubo necesidad de levantarse pues no había otra persona en la estancia además de Kei.
El mencionado caminó hasta tu escritorio ignorándote por completo y dejó asentada una pequeña bolsa. Mirando de forma inquisidora la bolsa leíste mentalmente la nota escrita con bolígrafo.
— Bien hecho en los parciales —con los dedos abriste la bolsa y ojeaste su contenido, viendo unos taiyakis en el fondo de esta.
— Esto no arregla nada —dijiste, actuando indignada.
— Si, como sea —Tsukishima se dio la vuelta dejando la habitación— Cuando termines recoges tus cosas que dejaste en la sala.
Ordenó mientras te veía asentir rápidamente, comiendo animada aquel dulce.
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