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Estaba transcurriendo el descanso del partidos que se celebraba en Karasuno, sus rivales: Dateko.
Fue genial que aceptarán la invitación, su defensa seguía igual de fuerte que siempre, por lo que ayudaba a practicar saques fuertes.
Como siempre, entraste despreocupada al gimnasio, llevando contigo una rebanada de pastel de la cafeteria para darle a Yamaguchi (y a Kei también, ya que). A este punto, el entrenador Ukai y el profesor Takeda ya te consideraban casi parte del equipo y para Karasuno tu presencia se volvió tan normal como las managers, por lo que ninguno se distrajo lo suficiente contigo, cosa contraria a Dateko.
En el descanso muchos de los jugadores cuchicearon sobre "el ángel que entró al gimnasio", preguntándose sobre su nombre o estado civil.
Generalmente esto no molestaba a Tsukishima, digo, si tu no les prestabas atención, ¿por qué él sí? Ninguno de ellos podía llegarle a los pies, y aunque pudieran, tus estándares acabarían por achicarlos lo suficiente como para que de fueran llorando.
Un poco antes de que sonara la campana te fuiste despidiendo de tus amigos: Hitoka y Tadashi agitaron la mano euforicamente mientras devoraban un poco del pastel, en cuanto a Tsukki, un pequeño pico de despedida basto para que te fueras corriendo del gimnasio.
Se sintió tan natural y raro, digo, ustedes dos no se la pasaban comiéndose la boca en público, pero Karasuno ni siquiera había visto que se tomen de las manos en frente de ellos, por lo que ver un acto casi íntimo (malditos pubertos) hacia que casi se desmallaran.
Completamente ajena a los pensamientos de todos los presentes en la cancha, saliste corriendo para llegar a tu clase.
Mientras tanto, Tsukishima se regocijaba de lo callado que estaba un chico de Dateko qué había pronunciado que te invitaría a salir luego de clases.
Su plan funcionó, o tal vez el tuyo más que el de él.
Después de todo, conocías bien a tu pareja, y, sinceramente, tu sí que querías un beso.
