Tsukishima es el tipo de mascota que es bastante celosa
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Aún recordabas el día en que adoptaste a tu pequeña y voladora mascota; aquella pequeña cacatúa Ninfa era tu máxima adoración desde el día en que la viste y te aseguraste, de que viviera una vida de rey.
Nunca pensaste que todo el tiempo que le dedicabas a aquella ave-que apodaste Tsuki-se volviera tan sobre protectora y posesiva contigo; o tal vez sí, pero decidiste ignorarlo.
El caos se desató un día que llegaste a casa luego de tus labores, hasta allí todo normal, pero cuando Tsuki te vio entrar con un hombre desconocido y sonreírte como si se conocieran de toda la vida, su pequeño cuerpecito desató la misma furia y fuerza que un huracán.
Debiste intuir que algo malo pasaría cuando lo viste con un aura que casi decía: "¿Quién es este miserable ser y qué hace en mi casa?".
Decidiste dejarlo pasar porque, bueno, es un pájaro; no tenías este tipo de reuniones en tu casa debido a lo ocupada que estabas, pero este chico te parecía atractivo y pensaste que sería buena idea ver si podrías conseguir una cena con él (o algo más).
Todo iba bien, habían preparado una rica cena entre los dos y ahora se disponían a ver una película en la sala. Solo te excusaste para ir al baño, no creías que en ese pequeñito lapso de tiempo sucediera algo malo, PERO O SORPRESA, apenas levantaste la tapa del inodoro, chillidos furiosos y maldiciones salieron del comedor hasta donde estabas. Rápidamente, fuiste a ver qué pasaba, encontrándote con aquel chico, sujetando a Tsuki con las manos mientras el pájaro se agitaba para escapar.
-¿Qué fue lo que sucedió?
-¡Tu maldita ave me mordió y me cago en los pantalones! ¡Eran Gucci!
-¿Qué? ¿Qué le hiciste para que se enojara?
-¡Yo nada! ¡Solo quise tocarlo!
Frotaste tus sienes luego de ver qué no había prestado nada de atención a las peticiones que le hiciste antes de invitarlo a comer, entre esas (y tal vez la más importante): NO tocar a Tsuki; era muy selectivo al momento de relacionarse con gente, así que no lo deben provocar, pero ya viste que al tipo ese poco le importaba.
Le pediste enojada que soltara a tu mascota y que se fuera de tu casa. Hubo un poco más de discusión, pero te tranquilizaste luego de que el inepto ese azotara tu puerta cuando se fue.
-Qué terrible velada-dijiste mientras te desplomabas boca abajo en el sillón, antes de sentir a un pequeño bulto en tu cabeza.
La cacatúa permitió, con todo el gusto del mundo, que le dejarás acariciar la cabeza.
-Te dejaré pasar esto por esta vez, pequeño.
Tal vez el único hombre que necesites sea a tu linda ave.
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