Capítulo 12✨🔥❤️

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Clarke se vio en medio de una enorme habitación que la llevó a recordar los preciosos salones del museo del Luvre, en Paris. Fue durante un viaje inolvidable que realizó a la capital francesa, en compañía de su amiga Clarise, cuando ambas tenían veintidós años. El salón entero estaba decorado al típico estilo Luis XIV. Un estilo que predominaba en tantos edificios históricos de la bella Paris.

Enseguida rodó sus ojos algo irritada dándose cuenta de que estaba en otro de esos sueños tan realistas y raros que no dejaba de tener desde que había llegado a ese remoto pueblo de Polis.

Miró hacia los grandes ventanales y notó que era de noche. Una tenue nevada caía mágica, como en cámara lenta. Entonces decidió salir del salón, para, al menos, averiguar dónde se hallaba y de qué iba esta vez su nuevo y delirante sueño.

Cuando abrió las altísimas puertas de madera trabajadas y puso un pie fuera de la habitación, percibió el murmullo de voces, que provenían del piso inferior. Enseguida comenzaron a hacerse más notorias conforme pasaban los segundos, así como música que parecía ser interpretada por una orquesta.

Se miró a sí misma, y notó que lucía un sensual vestido largo de fiesta, color blanco, con bordados en plata, y un ancho cinturón, tipo corsé ajustando su cintura. La prenda tenía un amplio escote, dejando sus voluminosos senos más expuestos. No tenía mangas, y un extenso tajo dejaba ver casi toda su pierna derecha. Unas sandalias, color negras, de tacos altos, la elevaban unos centímetros, estilizando su figura. Maldijo enseguida el calzado, temiendo que si daba un paso se caería. Nunca se había acostumbrado a caminar en ese tipo de zapatos. Asimismo, se sentían muy cómodos y se propuso hacer lo mejor que podía. El vestuario no estaba nada mal, en verdad, le gustaba y mucho. Aprovechó para mirarse en un gran espejo ovalado que encontró a su derecha, en el mismo pasillo.

'Guau, Clarke, ahora estás lista para seducir a cualquiera en una fiesta. La buena pregunta es, ¿dónde demonios te encuentras?' Manifestó en vos alta, mientras giraba y se observaba en detalle lo elegante que lucía con ese hermoso vestido, que imagino era de seda, por cómo se sentía sobre su piel. Notó también que estaba perfectamente maquillada, y sus rubios cabellos estaban peinados de una manera que le agradó mucho, con algunas ondas y bucles, completando una imagen que nunca había visto de sí misma. 'Nada mal, nada mal...'

Una vez que terminó de mirarse y asombrarse con la imagen que reflejaba el espejo, observó, primero hacia su izquierda, y luego hacia su derecha, pero no logró ver a nadie en ese muy extenso pasillo. Luego se giró y frente a ella vio el comienzo de una amplia escalera de mármol, tal y cual como la que tenía el Palacio Garnier o la Opera de Paris. Pero antes de bajar, se dijo ver de qué iba la aparente fiesta en el gran salón del piso inferior. Para ello se acercó al pequeño balcón que había junto a la escalera. De inmediato se maravilló con el lugar, que estaba segura era sin dudas el Palacio Garnier de Paris. El salón principal estaba decorado con millones de rosas de diferentes colores, ubicadas en gigantes floreros, y en partes de la gran escalera, iluminado por magníficos candelabros que sujetaban miles de velas encendidas.

'Por supuesto, Clarke, no podía ser menos. Tienes una mente con una creatividad extraordinaria. Deberías dedicarte a escribir o a la decoración de interiores en vez de ser una agente del FBI perdida en algún lugar de tu mente. ¡Diablos!' Volvió a murmurar, elevando sus cejas, al tiempo que comenzaba a mirar a los muchos presentes en la gran fiesta, y lo que fuera que estaba sucediendo allí abajo. Lo primero que notó fue que los invitados tenían el rostro cubierto con máscaras, pero ella no encontró ninguna que pudiese usar. 'Ah, pero esto se pone mejor con el paso de los segundos', pensó, elevando una ceja.

Sacudió su cabeza, y se decidió por sumarse al extraño evento, aun cuando no tuviera una máscara, al menos tenía que hacerlo para poder encontrar la puerta de salida del lugar. Bajó con lentitud y sumo cuidado, porque, aunque todo parecía ser perfecto en su brillante imaginación, los zapatos de tacos altos eran en verdad una sorpresa para ella, y un desafío. Lo último que deseaba era terminar rodando por las escaleras y pasar la vergüenza de su vida, aunque todo fuese parte de un loco sueño, se sentía muy real.

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