Capítulo 14

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—O, ¿cómo está Kyle? ¿Los médicos han dado algún nuevo parte de su estado?

—Hola Rav, acabo de hablar con mi hermano y dice que sigue estable. Pero tienen certeza de que va a recuperarse. Solo necesita descanso. También, que es normal el que no se haya despertado, debido a la enorme pérdida de sangre. Y que tuvo mucha suerte, ya que ha estado muy cerca de..., ya sabes. Dicen que ha sido un milagro que lo encontráramos con vida. —Raven enseguida pensó en Lexa, a quien le dio una mirada de soslayo. Ella era el milagro y la razón por la que su amor estuviese aun entre los vivos.

—Bien, gracias, O, mantenme informada, por favor.

—¿Sigues en lo de tu abuela, con la agente federal?

—Sí, así es, y va a llevar un tiempo.

—Muy bien, jefa. Cualquier cosa, te aviso. Quédate tranquila, sé que si la situación fuese otra mi hermano me lo diría. Así que solo piensa en positivo, Kyle está bien y va a recuperarse.

—Lo sé, O. Gracias y buenas noches.

Raven guardó su teléfono al mismo tiempo que su abuela llegaba a la sala con una bandeja y unas tazas de una humeante sopa de verduras, la favorita de la sheriff.

Por su parte, Lexa miraba a través de la ventana, con todos sus sentidos muy alertas ante cualquier ruido o movimiento en la oscuridad. Aunque sabía que doña Reyes era la mejor hechicera de la zona, ella necesitaba estar muy segura de que esos malditos desgraciados no producirían un ataque sorpresa.

—Muy bien, es hora de poner algo en el estómago, antes que nada, así que tomen asiento y coman antes de que se enfríe. —informó Clara, haciendo que tanto su nieta, como Clarke, se sentaran a la mesa.

Lexa no se movió de la ventana, a sabiendas de que la invitación no se extendía a su persona.

—Esa sopa huele deliciosa, doña Reyes. Muchas gracias. —dijo Clarke, tras sentarse a la mesa.

—Gracias, Clarke, te aseguro que lo es y te vendrá muy bien.

—Abuela, no sé si tenemos tiempo para...

—Raven Reyes, dije que vamos a comer primero, y eso vamos a hacer, así que no me vengas con el tiempo. Y tú, Lexa, ven siéntate en la mesa, porque también vas a tomar la sopa.

Lexa se giró tras oír la insólita invitación de doña Reyes, y le llamó mucho la atención de que la mujer se olvidara de que ella no comía como un ser humano, desde hacía centurias atrás. Elevó sus cejas y miró a la anciana mujer con una mueca de sonrisa.

—Le agradesco mucho, Clara, pero usted sabe que no puedo comer como...

—Dame tus manos y solo mírame a los ojos. —Clara se acercó a ella, tomó sus manos y sus ojos chispearon en cuanto conectaron con los tan claros de Lexa, quien no entendía a dónde iba con todo el asunto, pero le hizo caso.

Tras unos segundos, Lexa sintió que algo cambiaba en ella desde adentro, y hasta sintió cierto mareo, que la hizo pestañear un par de veces. Sintió una leve presión de las manos de la hechicera y una energía que recorría sus brazos hasta hacerse de todo su ser. Respiró profundo una vez y cuando pestañeó una vez más, sintió el estomago vacío y una rarísima hambruna fenomenal. El olor de la sopa invadió sus fosas nasales e hizo que deseara probarla. Le pareció muy extraño, ya que la comida normal no le afectaba hacía tanto, que ya no recordaba. Pero sabía que algo era distinto en ella, porque podía sentir, incluso, el latido de su corazón, y para más sorpresa, de repente, sintió que la temperatura de su cuerpo había subido bastante. Elevó una ceja y miró a Clara intentando obtener una explicación de lo que le había hecho. La mujer sonrió, soltó sus manos y tras darle un cariñoso golpecito en el brazo, le guiñó un ojo y sonrió.

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