Capítulo 6

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El cuervo se posó en la ventana de la cocina de Raven, mientras terminaba de preparar la cena. Al verlo, agradeció el que Clarke se estuviese dando un baño. Supo de inmediato de qué se trataba y quién había enviado al mensajero.

Había estado segura de que tarde o temprano Lexa la contactaría, para hablar acerca de la particular mortal que se hospedaba en su casa y que esclarecería los asesinatos

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Había estado segura de que tarde o temprano Lexa la contactaría, para hablar acerca de la particular mortal que se hospedaba en su casa y que esclarecería los asesinatos. Es que ella también, en cuanto conoció a la agente federal en persona, en la cafetería de Niylah, percibió algo muy especial con Clarke. Como si algo en su interior se estuviese gestando, aunque aún no se ha revelado ante la misma mujer.

Raven miró directo a los ojos de su compañero amigo, y luego de darle un pedazo de carne, le respondió a Lexa que podían encontrarse en ese lugar secreto, donde solían hacerlo cuando necesitaban hablar, en el bosque, bajo un enorme jacarandá, después de que la agente dejara su casa.

En las primeras horas de la tarde, luego de que Clarke terminara de examinar los cuerpos de las víctimas, habían pasado a buscar su automóvil por la cafetería Arcadia, y lo habían llevado a que lo viese el mecánico del pueblo, Jacapo Sinclair. Tras revisarlo por unos diez minutos, el simpático tío de Raven le aseguró que el automóvil no tenía ningún desperfecto mecánico. Lo que dejó a la agente algo confundida y sin ninguna explicación lógica para lo que le había sucedido la noche de su llegada a Polis. El hombre tampoco pudo darle una respuesta a ello, pero le pidió que, si volvía a ocurrir, que regresara para revisarlo más en detalle, aunque ello le llevaría al menos uno o dos días.

Después, mientras Sinclair arreglaba la gran bolladura del vehículo, en algo más de una hora, Clarke y Raven junto a la esposa del mecánico, disfrutaron de un delicioso chocolate caliente casero y unas masitas horneadas por Eloise, la tía de la sheriff, en el acogedor living de la casa. Gran parte de la charla se llevó a cabo entre Raven y su tía, poniéndose al día con los chismes del pueblo y de la familia.

Clarke fue presentada ante los Sinclair como la agente federal que investigaría el caso de los asesinatos. De camino a la casa de sus tíos, Raven le había asegurado que podía confiar en la discreción de los mismos plenamente. Pero a esa altura, Clarke ya había desistido de pretender pasar como una periodista o ser la desconocida prima lejana de la sheriff que estaba de visita. Es que si sumaba cuántas personas sabían de su verdadera identidad en ese pequeño pueblo, pues estaba segura de que el chisme se correría tan rápido como soplaba el viento. Asimismo, Raven le dijo que confiara un poco más en su gente y la alentó a que siguiera adelante con su plan.

Mas tarde, ya en la casa de Raven, tras la cena, ella y Clarke disfrutaron de un café, sentadas en el cómodo sofá hamaca que la sheriff poseía en el porche de la casa. A pesar del frío de la noche otoñal, con una buena cobija y el calor del humeante buen café, compartieron una agradable conversación, no tanto acerca del caso, sino de la vida.

Clarke se sintió en confianza de contarle a Raven acerca de su reciente y frustrada relación con su colega, Finn Collins. De su tonta lentitud en darse cuenta de lo que varios le habían advertido, acerca de lo mujeriego y egocéntrico que era. Y de que no podía sacudir esa sensación de haber sido una completa idiota y ciega por demasiado tiempo. Eso se debió a que en verdad había tenido fuertes sentimientos por él, y de que se había hecho a la idea de que los rumores eran solo eso, producto de gente envidiosa de su supuesta buena relación. Pero cuando la realidad le dio un par de bofetadas y la despertó del estúpido hechizo, necesitó aceptar que estaba con un bueno para nada, que solo pensaba en sí mismo, y sin perder más tiempo puso punto final a la tóxica relación.

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