Capítulo 2

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Antes que pudiese reaccionar y bajarse del automóvil, para ver qué demonios había envestido, fue sorprendida por un rostro en la ventanilla que la hizo saltar del susto, y hasta maldijo en voz alta. Si había algo que Clarke odiaba era ser sorprendida de esa manera. Se llevó una mano al pecho sintiendo que su corazón latía a prisa, mientras sus ojos conectaban con unos verdes muy claros que la observaban desde afuera como si fuese un raro espécimen en un laboratorio. Por cierto, era el rostro femenino más bello que había visto en su vida, y de inmediato se alarmó con la posibilidad de que lo que había golpeado fuese la mujer.

Dejando su fascinación un poco de lado, con manos algo temblorosas y torpes presionó el botón para bajar la ventanilla.

—¡Oh, por Dios! ¿Se encuentra bien? Perdóneme, no pude controlar el vehículo y...
—Estoy bien, pero tú no pareces estarlo. —se pronunció la mujer de una manera particular, con una leve sonrisa de lado que causo ciertas sensaciones inmediatas en la preocupada agente.

Clarke la observaba casi hipnotizada, no solo por las bellas facciones del rostro de modelo que poseía, pero sus intensos y tan claros ojos, y la piel más blanca que ella haya visto en su vida, hasta podría compararla con porcelana. La misteriosa mujer no parecía herida, o siquiera afectada por el aguacero que se proyectaba sobre ella. Sus cabellos estaban empapados y las gotas rodaban por su cara lentamente, pero su enigmática sonrisa no desaparecía. Tampoco lo hizo lo hizo la intensidad de su mirada atrevida que, sin más, se posó primero en la boca entreabierta de Clarke y luego descendió por su cuello, mientras los ojos parecían brillar un poco más, y hasta juraría que expresaban un fuerte deseo.

La agente se sintió algo intimidada, y a la misma vez, excitada. No podía creer las sensaciones que experimentaba en su ser causadas por la mirada de una completa extraña. Era algo que jamás había sentido antes, por nadie. En más de una ocasión se había sentido atraída por una bonita mujer, pero no era lo mismo que le estaba sucediendo con esta en particular. Tampoco podía describirlo o explicarlo, era como la misma gravedad.

Estaba absorta por toda la inesperada situación, sin poder salir del hechizo de esos tan claros ojos que hasta parecían hablarle en silencio. Cuando, de repente, los suyos fueron distraídos por la presencia de la punta de la lengua mojando los gruesos labios de la mujer, recorriéndolos muy lentos, como si los saboreara. Aunque Clarke podría decir, como si quisiese saborearla a ella, lo que produjo un shock inmediato en su cuerpo, haciéndola parpadear un par de veces y tragar la saliva acumulada en su boca, con cierta dificultad.

Todo lo que ocurría esa noche era tan, pero tan extraño, que su mente no lograba entender nada, y se preguntaba si acaso en esa parada que había hecho se había quedado dormida y estaba teniendo el sueño más loco de su vida. Cerró los ojos con mucho esfuerzo y al abrirlos seguía allí, sin poder despertarse. También notó que la mujer había dado un paso hacia atrás, alejándose del automóvil, aunque sin perder esa manera tan especial de mirarla y la leve sonrisa de lado.

—No, no estás soñando...

Clarke escuchó como un susurro en su oído que la hizo estremecer, era la voz de la mujer, pero sus labios no se habían movido. ¿Cómo era posible? ¿Acaso en serio estaba en medio de un sueño del que no podía despertar?

—No te asustes, no te haré daño... —se volvió a pronunciar la mujer en su oído haciendo que los bellos de sus brazos se erizaran.

Clarke volvió a cerrar los ojos y sacudió su cabeza intentando volver a la realidad, porque solo cabía dos posibilidades, o bien estaba perdiendo la cabeza imaginando que la mujer le hablaba sin mover los labios, o todo era producto de un loco sueño. Pero como fuese, se dijo actuar calma y lo más normal posible.

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