La agente federal, Clarke Griffin, conducía hacia el remoto pueblo de Polis, en el estado de Minnesota. Se le había asignado un nuevo caso en el que debía investigar a un posible asesino serial. Pero casi llegando a su destino, cerca de la medianoch...
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Tras haber transcurrido unos minutos, Clara le dijo a su nieta entrar a la habitación de nuevo. Y cuando lo hicieron, solo pudieron ver cómo una intensa luz ingresaba en el cuerpo de Clarke y luego se produjo una calma total.
La abuela le explicó que era la esencia de Lexa fundiéndose en el ser de la rubia, y Raven sintió una punzada en su pecho. Eso quería decir que su amiga había partido. En silencio, agradeció que hubiera tomado la decisión correcta, a pesar de costarle la vida, y también, admiró su noble entrega y valor y se dijo que siempre honraría su memoria.
Luego, ambas mujeres se acercaron al cuerpo aun dormido e iluminado de Clarke, notando, de inmediato, que la profunda herida se cerraba y el color normal le regresaba al rostro. Pero lo más maravilloso fue notar la intensa y preciosa luz que rodeaba su figura por completo, como si fuese un ser celestial.
Clarke comenzó a despertar lentamente, su cuerpo estaba iluminado de pies a cabeza por una luz de color azul y dorada, y cuando sus ojos se abrieron por completo, eran mucho más claro. Enseguida llevó un brazo a su rostro para cubrirlos, sintiendo mucha sensibilidad en ellos.
—¿Clarke? —preguntó, algo preocupada, la sheriff.
—Estoy bien, Raven. Es solo que mis ojos son más sensibles, necesitan un par de minutos para adaptarse.
—Oh, vaya.
—¿Doña Clara?
—Aquí me tienes, hija. ¿Qué necesitas?
—Ropa y algo de ayuda para llegar al lugar.
—Por supuesto. Raven, mija, ve a mi cuarto y en el armario encontrarás una capa con capucha.
Raven hizo lo indicado por su abuela, sin decir más, a pesar de que se moría de ganas por preguntarle más cosas a Clarke, quien, para su asombro, se notaba demasiado tranquila y algo extraña. Ni siquiera había preguntado por Lexa, que se había como evaporado en el aire, o como bien le había explicado su abuela, dentro del cuerpo de Clarke. Podía sentir que había algo distinto en la rubia, era como si no fuese la misma. Se preguntó si acaso era Lexa, habiendo tomado su forma, no estaba segura, pero ya no era Clarke Griffin, sino algo más.
Cuando regreso con la prenda indicada por su abuela, Raven se encontró con Clarke ya de pie, estaba junto a la ventana, mirando hacia afuera, sus ojos estaban cubiertos por unas gafas de sol.
—Somos una unión de las dos, Raven. Aunque predomina la esencia más pura de la guerrera de luz, la que conoces como, Clarke. Juntas debemos llevar a cabo la misión de la que ya sabes.
—¿Qué? ¿Cómo...? No importa. ¿Y ahora qué sucederá?
—Lo que ya sabes. Pero no temas, algunos seres como tú, no sufrirán la extinción total.
—Oh, pues..., ¿gracias? Lo siento, no sé qué decir. Ni siquiera cómo llamarte.
—Ese nombre estará bien. —respondió Clarke, girando su cabeza apenas para mirarla. Sus labios se curvaron apenas, mientras Raven no daba crédito que pudiese leerle el pensamiento.
