La prestigiosa escuela U.A está rodeada de cientos de rumores, siendo los más conocidos de ellos el rumor de los fantasmas en sus dormitorios, los cuales ahora se encuentran cerrados y prohibidos para los alumnos.
Múltiples tragedias han ocurrido en...
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Midoriya y Rody se encontraban en el lobby del edificio. El peliverde jugaba con el pajarito de peluche de Rody, mientras que este último miraba osociamente algunas revistas, rara vez deteniéndose a leer algo que le pareciera interesante, lo que casi siempre terminaban siendo las mismas tres historias independientes que se habían publicado hacía ya unos años, así como dos noticias que los demás siempre le reprendian por estar leyendo: las de los asesinatos en la UA.
Rody había notado a Midoriya algo abatido desde el día anterior, lo que le hizo suponer que se debía a lo que habían estado diciendo los demás de él y sus antiguos compañeros de clase.
Lo miró de reojo por un momento. Se encontraba acostado en el mismo sillón que él, apoyando sus piernas en las suyas, mientras mantenía su peluche en el aire y lo miraba como si fuera la cosa más interesante del mundo.
—Oye, Izuku. —Llamó su atención, dejando en la mesita del centro la revista que estaba hojeando. Midoriya volteó a verlo, abrazando el peluche contra su pecho. —Te veo algo afligido, ¿Pasa algo?
—¿Eh? —Midoriya lo miró desconcertado, para después desviar nerviosamente la mirada. —¡N-no, nada! Perdona si te preocupe. —Le sonrió torpemente, provocando un ligero sonrojo de vergüenza por parte de Rody por su deducción. No había nada que pudiera ocultarle.
—¿Quién está preocupado? —Desvío la mirada, ahora él evitando la de Izuku. —Sólo me pareció raro. Si es por lo que dijo Mei ayer... no le hagas caso, sabes que no fue tu culpa.
—No es que piense eso... —Midoriya se acomodó en su lugar, sentándose y pegando sus piernas a su pecho, aún abrazando el peluche de Rody. —Sólo... me siento mal de que ustedes también estén aquí por nosotros. Si no hubieran hablado de nosotros con él, entonces...
Fue interrumpido por Rody, que puso su dedo índice en sus labios, callandolo.
Midoriya bajo sus pies del sillón y se acomodó mejor en su lugar, dejando de lado el peluche de Rody.
—Si no eramos nosotros, habría sido alguien más. Ese lunático habría matado a alguien incluso si nosotros no le preguntábamos por ustedes. Y sabes que yo no pienso que hayan sido ustedes los que los mataron en su lugar, ambos sabemos la verdad de todo esto y es lo único que te debería importar. —Rody cambió de lugar su mano, acariciando la mejilla de Izuku, pasando su pulgar por sus pecas.
Midoriya posó su mano sobre la del contrario, desviando la mirada afligido.
—No lo sé, Rody... —Ni siquiera quería responder a lo que había dicho. Incluso si los demás pensaban que había sido él y si Rody le creía con que no había sido así, no podía evitar sentirse culpable por el hecho de que ahora también estén atrapados en ese lugar abandonado y sin poder irse, ya sea al cielo, el infierno o lo que fuera que siguiera después de la muerte.
—Ustedes ni si quiera tuvieron que ver con mi muerte, hombre. Ya no te obsesiones con eso. —Rody apartó de él, acostándose en sus piernas y cruzándose de brazos. —No tienes oficio ni beneficio en hacerlo.