La muerte

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El fuego infernal del pelaje de Asmodeus, el rey de la lujuria, explotó en medio del tribunal. Las bancas salieron volando por todos lados y el incendio fue una monstruosidad inevitable. Se trataba de un fuego rojo con tonalidades blancas, más dañino que el fuego verdoso del infierno. El juez se ocultó por debajo del estrado ante semejante explosión, el jurado compuesto por docenas de demonios de la realeza también se logró proteger por debajo de los muebles y asientos, sin embargo, hubo muchos heridos y quemados ante semejante ataque ofensivo por parte de Ozzie. Asmodeus creció de tamaño, todo su poder se expandió rápidamente y mostró la naturaleza de su pecado en su forma más salvaje y violenta.

Stolas desplegó sus alas de búho demoníacas y protegió el cuerpo de Fizzarolli con el suyo propio ante la explosión de fuego. El imp no salía del shock, no podía creer lo que sucedía a su alrededor. Se veía como si fuera una secuencia espantosa digna del apocalipsis. El príncipe lo alejó del medio del tribunal y voló hacia el costado para que ambos estuvieran refugiados bajo los escombros de una pared de concreto.

Por otro lado, Mammon y Satán ni siquiera retrocedieron ante la explosión. El rey de la ira cubrió sus cuerpos con solo alzar su mano y elevar una ráfaga de viento anaranjada. Ambos pecados se miraron a los ojos por unos segundos con complicidad y malicia, ya que Asmodeus les estaba declarando la guerra por su cuenta. Y dos contra uno era pan comido.

Mammon sonrió con el triunfo grabado en esa cruel mueca de payaso. Su propio cuerpo explotó dejando un rastro de brillos estelares dorados, creció para volverse una araña gigante del mismo tamaño que Ozz, mostró sus monumentales patas filosas y, antes de que pudiera al menos reaccionar, Ozzie se le abalanzó y enterró sus garras contra su cuerpo. La sangre del rey de la Codicia voló por los aires, aquella sangre de color negro verdoso que era desagradable a la vista.

Para ese entonces, Asmodeus había perdido el control de sus actos y su raciocinio, clavó sus garras una y otra vez en Mammon con intención de arrancarle el corazón y devorarlo. No obstante y para su desgracia, descuidó su espalda.

Desde atrás, Satanás solo lanzó una carcajada magistral al ver semejante carnicería. Al fin un juicio se volvía divertido. Arrojó su sombrero a un lado y su cuerpo se prendió en llamas anaranjadas y rojizas, su anatomía mitad animal se volvió gigante en medio de su poderosa magia negra y un tercer ojo se mostró en medio de su rostro, al igual que los bordes de una estrella tatuada en blanco. Sus patas de carnero se volvieron extremidades grandes y fuertes y sus cuernos voluminosos y filosos. El rey de la ira se lanzó sobre Ozzie, apartó su cuerpo y materializó una lanza en su propia mano. Clavó el arma blanca contra el pecho de Asmodeus y lo arrojó al piso bajo sus gritos de dolor. Satanás quiso llegar a su corazón, enterró la lanza, la alzó y la clavó una y otra vez riendo como el asesino sádico y furioso que era.

—¡NO! ¡DETENTE! ¡NO! —Fizzarolli quiso escapar del agarre de Stolas, lloraba al ver como lo estaban hiriendo de muerte y como la sangre del hombre que más amaba se regaba por todos lados bajo sus gritos de agonía— ¡NO LO LASTIMEN! ¡NO LO TOQUEN!

Sin embargo, Stolas se arrodilló ante él, lo sujetó de los hombros y lo obligó a mirarlo a los ojos bajo su ataque de pánico y el horror que le estaba quebrando la cordura al pobre imp.

—Fizzarolli. Me dijo que te cuide, pero no puedo simplemente mirar sin hacer nada —le aseguró con un rostro taciturno y serio—, voy a ayudarlo en esto.

Fizz lo observó con más horror, cayó de rodillas en el piso porque no podía sostenerse a si mismo. Jadeó demasiado afectado sabiendo que las cosas no podrían ser peores y que todo se estaba rompiendo frente a sus ojos y no podia hacer nada para evitarlo.

—Dile a Blitz... que lo siento —el príncipe sostuvo la mejilla de Fizzarolli y secó algunas lágrimas, le sonrió con culpabilidad pero totalmente decidido a entregarse en esa pelea.

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