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-Na-Nakyum ¿Esto va en serio?

Seungho no sabe si reír o darse media vuelta y volver por el camino ya recorrido. Pero no mueve ni un pie. Pasa la mirada extrañado de Nakyum al enorme letrero que cuelga medio caído donde de las letras que anuncian la entrada están pintadas de rojo y caen gotas al suelo simulando ser sangre.

Carraspea.

-¿Esta es tu idea de una cita?

-Me dijiste que estaba bien con lo que yo quisiera hacer.

-Sí, lo dije, pero-

-¿Te asustan las casas del terror, Seungho?

Se burla.

A su burla éste le sonríe orgulloso.

-Entremos.

Nakyum aguanta la risa y la emoción contenida.

¡ADORA TODO LO RELACIONADO CON EL TERROR!

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Nakyum y Seungho caminan a oscuras por los pasillos. La casa del terror es un psiquiátrico donde la decoración de cada habitación y de los pasillos parece ser real. Nakyum mira de un lado a otro conteniéndose las ganas de gritar o de saludar a los trabajadores que salen de sus escondites para asustarle sin éxito alguno. Éste les observa maravillado por lo bien hecho que está el maquillaje y sus disfraces.

Por el contrario, Seungho...

¡Es un niño pequeño aguantando las ganas de salir por patas!

Gracias a que los pasillos no están bien iluminados puede ir con los ojos entornados y evitar así encontrarse de frente con una enfermera psicópata o un paciente con una moto sierra dispuesto a hacerle pedacitos. Y que Nakyum vaya delante, tomando su mano, y avisándole por sus reacciones de la llegada de un ser no bienvenido hace que su miedo disminuya pero realmente está deseando salir de allí por los ruidos ensordecedores de la música tétrica, de los gritos de otros participantes aunque por otra parte no quiere que acabe. La risa de Nakyum, su naturalidad y su inocencia le hace olvidarse de donde está...

****
-¿Te encuentras bien? Ten, te he traído un poco de agua.

Seungho lo agradece.

Y Nakyum utiliza su botella de agua para enfriar su mano dolorida.

Estaban a punto de llegar al final de la atracción cuando apareció el último susto y el más brutal de todos. Incluso Nakyum se asustó pero no le dio tiempo a tranquilizarse cuando Seungho le había agarrado con fuerza de la mano y correr como un niño que huye de la zapatilla voladora de su madre hasta llegar a la salida donde otros estudiantes, la mayoría adolescentes, estaban exhaustos, aterrorizado.

-Nunca hubiera imaginado que te asustaran las casas de terror.

-No me asustan.

-Cualquiera lo diría al verte salir despavorido... Vaya desperdicio – suspira Nakyum de forma dramática – Tenía que haberles dado mi email para que me pasaran el vídeo de nuestra cita por ese horrible y impresionante psiquiátrico... ¡Estaba todo tan bien hecho! El decorado, los sonidos, los actores...

Nakyum no deja de hablar y hablar. Se nota que cuando está nervioso o emocionado parlotea como un loro, como un niño con subidón de azúcar. Y Seungho no pierde detalle alguno, a pesar de seguir aún un poco alterado...

-Ahora entiendo por qué querrías venir aquí con Inhu.

-Se helaría el infierno si InHu pisara este lugar.- su emoción se ha apagado de golpe. Su sonrisa ya no deslumbra – No le gusta este tipo de sitios, ni tampoco ir al cine, o a un parque de atracciones, o incluso subir a lo alto de la torre de Tokio o comer en track food o la playa – por mucho que Nakyum quiera sonreír ya carece de brillo – Él seguramente preferiría un restaurante con una sala privada para hablar, iríamos a la biblioteca para que yo me concentrara en mis exámenes o –

Toy BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora