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Las risas van y vienen. Al igual que las cervezas y el alcohol que dan rienda libre a seguir festejando lo sucedido horas atrás.

Todos ríen salvo aquel quien más debería estar feliz.

Pero no lo está.

No cuando aquel con el que le gustaría celebrar no está a su lado. Ni tampoco le ha respondido a su mensaje en el chat grupal que tiene con el resto de sus hermanos del orfanato. Chat donde Heena envió un vídeo de Nakyum ganando la carrera y acto seguido celebrando el récord batido logrando así su objetivo.

-No se te ve nada contento para haber logrado llegar al Nacional.

-Se- ¡SEUNGHO!

La sonrisa cándida le arrastra y le atrae como las olas llegando a la orilla.

-¿Qué estás haciendo aquí?

-Estaba tomando algo tranquilamente con unos amigos cuando tu equipo ha llegado y adiós calma.

Nakyum baja la cabeza disculpándose por el comportamiento de los miembros de su equipo. Ellos siguen a lo suyo. Cantando. Riendo.

-Felicidades, Kyum, por haber llegado al Nacional.

Pum Pum

Pum Pum

Nota como los pies no tocan suelo.

Como se le hormiguea la punta de los dedos de las manos.

Como la boca se le queda seca.

Seungho le sonríe como siempre lo ha hecho desde que se conocieron. Dulce, picarón y orgulloso. Traga saliva. Le da las gracias con la mirada clavada en sus pies. Sabe que tiene las orejas rojizas pero ¿Por qué se sienta tan feliz por darle la enhorabuena? No es su voz la que le debería provocar taquicardias al ser felicitado.

-Espera.- levanta la mirada - ¿Has ido a verme?

Su esperanza renacida de alguna parte de sus sentimientos aún desconocedores se aplasta al responderle que no. Que si sabe de su logro es porque sus amigos no dejan de gritarlo a todo aquel que hay en el bar. Vuelve a disculparse. Y se siente más miserable que antes por pensar que había pensado en él en esas largas semanas de ausencia, que había ido a animarle, a ¿Hacer las paces, tal vez?

Y sumado a ese malestar está también el ¿Por qué no ha dejado de pensar en Seungho en todo ese tiempo? Se sorprendía a sí mismo mirando el móvil de reojo por si llegaba algún mensaje suyo. Era su conversación la última en releer antes de irse a dormir. Era su nombre el primero en leer al amanecer donde aparecían cero mensajes.

¿Por qué?

-¿No me invitas a un trago? No, da igual, déjalo.- lo detiene antes de que le sirva un vaso de soju – Es mejor dejarlo aquí.

Seungho cruza todo el bar rumbo a la salida. Nakyum espera. Tiene que buscar un significado al porqué del cambio de su sonrisa al querer que le invitara una copa a inmediatamente después decirle que era mejor dejarlo ahí...

No se lo piensa dos veces y sigue sus pasos.

Mira a un lado y a otro de la calle. A Seungho se lo ha tragado la oscuridad de la noche.

O tal vez no.

Pues nuestro Nakyum cruza la carretera buscándolo con el corazón desbocado, ansioso, intrigado. Vuelve a mirar de izquierda a derecha hasta escuchar una voz conocida maldiciendo. Se gira hacia su espalda y ahí está. En mitad del parque, con las manos metidas en los bolsillos de esos vaqueros que tan bien le quedan, con las mangas de la camisa remangadas hasta los codos y un cigarrillo apagado entre los labios.

Toy BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora