(015). Lucy Gray Baird es una gran maestra

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| Lucy Gray Baird is a great teacher | capitulo quince |

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| Lucy Gray Baird is a great teacher | capitulo quince |

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Cornelia yacía acostada en el césped, con Lucy Gray utilizando su regazo como almohada mientras cantaba. La voz de Lucy era como un bálsamo para los oídos de Cornelia, quien deseaba escucharla siempre, sin parar.

Lucy jugueteaba con los dedos de la mano de Cornelia, mientras esta última admiraba las aves que volaban sobre ellas en los árboles cercanos.

—Nunca antes había visto esas aves —mencionó la rubia, haciendo que Lucy la mirara a ella y luego a las aves.

—Los llamamos sinsajos —sonrió Lucy.

Cornelia asintió con una sonrisa. —¿Y sobrevive Lucy Gray en la canción? ¿Y las huellas?

Lucy pareció reflexionar por un momento y luego respondió, apretando levemente la mano de Cornelia. —Tal vez se fue lejos. —Hizo una pausa breve. —Seguro está por ahí en algún lugar.

—Es una sobreviviente, un misterio, como tú —respondió Cornelia, y Lucy Gray la miró con un leve sonrojo antes de apartar la mirada. Cornelia sonrió ante eso antes de recordar algo. —Te traje algo.

Sacó la polvera de su madre y se la entregó a Lucy con delicadeza, temerosa de hacer un movimiento brusco y romperla.

Los ojos de Lucy brillaron con curiosidad y una sonrisa amorosa se formó en sus labios mientras olía el regalo. —Aun huele a rosas —dijo Lucy, antes de que su sonrisa se desvaneciera lentamente. —Debes extrañar mucho a tu familia.

Cornelia asintió con un pequeño ceño fruncido. —Lo hago, al menos a algunas personas, tal vez también amigos —respondió, recordando a Tigris y a Clemencia. —Los recuerdo siempre.

—¿Te gustaría volver, verdad? —preguntó Lucy, aunque estaba feliz de que Cornelia se arriesgara para estar a su lado y ser feliz, tampoco podía evitar pensar que la estaba reteniendo y poniéndola en peligro. —Si pudieras, al Capitolio.

Antes de que Cornelia pudiera responder, una voz detrás de ellas habló, haciendo que Lucy y Cornelia se incorporaran y miraran a Coriolanus.

—Debe hacerlo. Es donde pertenece —dijo el chico, mirando entre las dos, pero especialmente a Lucy, evitando la mirada de reproche de Cornelia. —Y espero que regrese conmigo. Y si quieres, tú puedes ir.

Cornelia soltó una risita sarcástica. No esperaba que Coriolanus la pusiera de mal humor tan pronto, pero parecía que el chico la seguía a donde fuera, y realmente no necesitaba tener un perro guardián.

—El Capitolio no es para mí. Quizás nunca lo fue —respondió con firmeza.

Lucy sonrió ante eso y respondió a Coriolanus en el mismo tono de voz. —Ni para mí.

Coriolanus se agacha en cuclillas para estar a la misma altura que las dos chicas en el suelo. —Al menos es civilizado —le sonríe secamente a Lucy. —Tiene orden.

Lucy se aparta de ambos hermanos sin mirarlos. —¿Los Juegos del Hambre son orden?

Cornelia se apresura a responder, tomando la mano de Lucy entre las suyas. —No, claro que no.

Lucy asiente, sonriendo levemente agradecida a Cornelia, y luego mira a Coriolanus. —¿Y si esta es la vida de Cornelia? —El chico se mantiene en silencio, observando a su alrededor. —Justo aquí, despertar cuando ella quiera y capturar nuestra comida.

Antes de que ambos hermanos pudieran responder, uno de los chicos, Clerk, hermano menor de Billy Taupe, se acerca con lo que parece ser una planta y Lucy la toma agradecida.

Cornelia observa con curiosidad, mientras que Coriolanus parece más que indignado. —¡Oh! ¡Aun no está tierna!

—¿Tierna para qué? —pregunta Cornelia con curiosidad. Lucy sonríe ante la ternura de su ¿novia? ¿la chica que puede llegar a amar en tan poco tiempo?

—Para comer sus raíces —explica Lucy, entregándosela a Cornelia para que la examine. —No es importante, pero es determinante. Algunos le dicen patata de pantano —Cornelia ríe divertida por el nombre, y Lucy se une a ella. —Pero prefiero Katniss, ¿no crees?

Cornelia asiente. —Sí, es un buen nombre.

—¡Agarra las cañas de pescar, Clerk! —ordena Lucy, poniéndose de pie. —¡Sería bueno tener pescado en casa!

Lucy sonríe al ver al niño, antes de poner una expresión más seria en su rostro al verlo desaparecer. —Extraña a Billy Taupe.

Cornelia asiente pensativa antes de darle a Lucy una mirada más suave. —¿Y tú? No quiero ser entrometida, pero supongo que antes de todo eran amigos, ¿no?

—No desde la cosecha —niega Lucy. —Ya no confío en él para nada.

Coriolanus mira a las dos chicas y suspira. —La confianza lo es todo.

—La confianza para mí es más importante que el amor. Sin confianza, estás muerto para mí —replica Lucy con dureza hacia Coriolanus.

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Lucy rió al ver a Cornelia estresada en el suelo. Habían estado pescando hace un rato, después de que Coriolanus se excusara para hacer deberes de "agente de la paz". Las dos chicas quedaron solas junto a los otros dos niños pequeños.

—Vamos, no es tan difícil —razonó Lucy, sentándose a su lado y acariciando suavemente su mejilla—. Solo tienes que lanzar el anzuelo al agua y esperar a que pique un pez.

Cornelia giró su rostro con una mirada de confusión, mostrándole a Lucy una vista tierna. —¿Y cómo sabré si hay un pez?

—Sentirás un tirón en la caña. Entonces tienes que recogerla rápido y sacar el pez del agua.

Cornelia se enderezó y se sentó mirando a Lucy y luego al lago.

—¿Y si se me escapa?

Lucy echó la cabeza hacia atrás, soltando una risita, y tomó la mano de Cornelia, levantándola y llevándola hacia el lago. Después de unos pocos intentos, la caña de Cornelia comenzó a picar, haciendo que ambas chicas sonrieran con emoción.

Cornelia tomó la caña entre sus manos y comenzó a enrollar el hilo, mientras Maude Ivory y Clerk aplaudían y gritaban palabras de ánimo. Parecía que Lucy era una gran maestra porque cuando anocheció, Cornelia y el resto de Covey se dieron un gran festín, ajeno a lo que vendría.

SNOW ON THE BEACH,, Lucy Gray BairdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora