Epílogo

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Dos años habían pasado, dos largos años de ausencia y añoranza desde que Lucy Gray escapara de la sombra de Coriolanus Snow, abandonando a la bandada y, lo que era aún más doloroso, a Cornelia, su amante.

La falta de su presencia pesaba como una losa sobre el corazón de Cornelia, quien extrañaba cada brizna de cabello rubio que acariciaba su rostro al despertar, y cada cálido roce de su cuerpo contra el suyo.

Con un suspiro melancólico, Lucy se encaminó hacia la cabaña frente al sereno lago. Todo parecía impregnado de una calma sepulcral, las hojas susurraban apenas con el viento y las aguas permanecían quietas como el más profundo de los sueños. Sin embargo, al echar una mirada hacia donde solían crecer las patatas de pantano, su corazón se estremeció al descubrir que las queridas 'Katniss' habían sido arrancadas.

Un desconsolado suspiro escapó de los labios de la joven, y con pesar se dirigió hacia la cabaña. Pero antes de llegar, una melodiosa voz resonó desde su interior.

"Take me to the lakes where all the poets went to die, I don't belong, and my beloved, neither do yo".

Cornelia Snow, sentada junto a la chimenea, tocaba suavemente la guitarra. El lugar estaba casi igual que antes, salvo por las plantas en pequeños maceteros que adornaban el espacio. Lucy, al escuchar el carraspeo de Cornelia, se reveló ante ella.

Cornelia, sorprendida y emocionada al mismo tiempo, dejó caer la guitarra a sus pies y corrió hacia Lucy, abrazándola con fuerza.

"Thought you'd never return," murmuró Cornelia, con el cabello castaño de Lucy entre sus manos. Lucy la abrazó con intensidad, como si temiera que se le escapara de nuevo.

Los ojos azules de Lucy encontraron los de Cornelia, y en ellos se reflejaba un océano de emociones compartidas. Cornelia le sonrió y la besó con suavidad, perdiéndose en la dulzura de sus labios.

Eran dos almas enredadas en un amor prohibido, enfrentando la tormenta juntas. Pero en ese momento, en el cálido abrazo de Cornelia, todo el caos del mundo desaparecía. Solo existían ellas dos, unidas por un lazo etéreo e inquebrantable.

Eran como la nieve en la playa, un fenómeno raro y hermoso, desafiando todas las expectativas.

"Te lo dije, mi amor," susurró Lucy contra sus labios. "No soy de azúcar."

Una pequeña sonrisa se dibujó en los labios de Cornelia mientras la abrazaba con más fuerza. En ese instante, nada más importaba. Porque, después de todo, lo único que deseaba Cornelia era a su pájaro cantor.

SNOW ON THE BEACH,, Lucy Gray BairdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora