𝟎𝟐.

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PUNTO G - Quevedo

Ferran estaba viendo una serie en el salón, siendo ya altas horas de la noche y con unas ganas de dormir increíbles, pero estaba esperando a que Daniela volviera de su quedada con alguien que ni si quiera le había dicho quien era

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Ferran estaba viendo una serie en el salón, siendo ya altas horas de la noche y con unas ganas de dormir increíbles, pero estaba esperando a que Daniela volviera de su quedada con alguien que ni si quiera le había dicho quien era.

Sus ojos estaban a punto de cerrarse cuando empezó a oír ruidos que venían desde fuera, seguido de una pequeña risa, la cual reconoció al instante como la risa de su novia.

—Por fin llegas a casa, Dani —dijo con una sonrisa en la cara mientras se levantaba e iba hacia la entrada —, te he echado de m-

Pero una vez llegó a la entrada, se encontró con una escena que nada más ver le dieron ganas de volver a hace cinco minutos; se trataba de Pedri, su compañero de equipo, con el brazo al rededor de los hombros de su novia, y está abrazando su torso.

—¡Ferri! —exclamó su novia nada más verle, lanzándose a sus brazos —¿Te he dicho alguna vez que te quiero mucho?

Antes de que el pudiera contestar, el canario habló.

—Bueno yo me voy ya que es tarde, nos vemos en el entreno Ferran —comentó el canario, recibiendo un asentimiento por parte del valenciano.

—Adiós Pedri, me lo he pasado muy bien —dijo Daniela despidiéndose con la mano, recibiendo una risa por parte de Pedri.

—Ferran.

—¿Que pasa?

—¿Estás enfadado conmigo? —Preguntó ella arrastrando las palabras, mientras se le empezaban a aguar los ojos.

—Mañana hablamos Daniela, ahora vamos a dormir —contestó el simple, para después ayudarla a llegar hasta su habitación.

—Estás enfadado —dijo una vez se sentó en la cama, haciendo que empezara a soltar sus primeras lágrimas de la noche.

—¿Por qué dices eso ahora? —preguntó cansado, mientras cogía su pijama del vestidor para ponérselo en este.

—Me has llamado Daniela —contestó ella aún soltando algunas lágrimas. El asomó la cabeza con una mueca de que no entendía cómo había llegado a esa conclusión, por lo que ella siguió —. Solo me llamas Daniela cuando estás enfadado —aclaró ella.

El se quedó unos segundos en silencio, mientras se terminaba de poner su pijama y pensaba en las palabras que tenía que decir para que la conversación no fuera a mayores.

—Dani, no estoy enfadado —dijo cuando salió del vestidor ya cambiado, encontrándose a su novia en la misma posición que la había dejado, pero con su pijama puesto también.

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒 || 𝗳𝘂𝘁𝗯𝗼𝗹𝗶𝘀𝘁𝗮𝘀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora