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Mario entró por la puerta de su casa, tirando su mochila de entrenamiento en la entrada mientras suspiraba cansado. Según cerraba la puerta, oyó ruido en la cocina, a lo que supuso que se trataría de Amanda haciendo la comida, por la hora que era, sumado al olor que venía de esta.
—¿Estás haciendo lo que creo que estás haciendo? —preguntó Mario con una sonrisa en la cara.
—Si con eso te refieres a canelones si, lo estoy haciendo —contestó con burla la catalana.
—Creo que no te digo lo suficiente lo buenos que te salen —dijo dándole un abrazo por detrás, poniendo sus manos en su barriga abultada, posicionando su cabeza encima del hombro de su novia.
—Cariño, lo dices cada vez que los hago, si eso no es suficiente no quiero saber que lo es.
—Encima de que te digo algo bueno y te quejas.
—Como me voy a quejar de algo que me dices tú —dijo ella dándose la vuelta para quedar cara a cara, cogiendo su cara con las manos —. Y ahora si quieres ayúdame a terminarlos —nada más terminar de hablar, le dio un pequeño beso en los labios.
Ambos terminaron de hacer los canelones, con risas y besos de por medio. Una vez estuvieron terminados, pusieron la mesa y empezaron a comer con Mario diciendo repetidas veces lo buenos que le parecía que estaban.
Cuando terminaron, se dirigieron al salón, donde se sentaron el el sofá, y Mario aprovechó para poner su cabeza en las piernas de la chica, mientras esta le acariciaba el pelo lentamente.
—Mario —llamó la chica, a lo que el hizo un sonido para que siguiera hablando —. ¿Y si resulta que no soy tan buena madre como pensamos que lo voy a ser?
Ante esto, Mario reaccionó de inmediato, porque aún que el no tuviera miedos ni dudas y lo viera todo muy claro, se acojonaba cuando pensaba en las pequeñas dudas de Amanda.
—Amor, vas a ser la mejor madre del mundo, quiero que tengas eso presente, lo peor que le podrías enseñar a nuestro hijo es que sea culé en vez de colchonero —bromeó, ocasionando una pequeña risa de Amanda —. Ahora hablando de verdad, vas a ser la mejor madre que nuestro hijo o hija podría tener —la tranquilizó incorporándose para darle un abrazo.
—Gracias por cuidarme, tú si que vas a ser el mejor padre del mundo —dijo mientras se separaba lentamente del abrazo.
—Te tengo que cuidar para que no te vayas, porque si no te tengo reviento.
