★ Capítulo Final ★

801 65 43
                                    

Para mí siempre ha sido un poco complicado definir mis sentimientos, sobre todo durante la adolescencia, cuando empecé a experimentar la complejidad del mundo que me rodeaba

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Para mí siempre ha sido un poco complicado definir mis sentimientos, sobre todo durante la adolescencia, cuando empecé a experimentar la complejidad del mundo que me rodeaba.

Aprendí con el tiempo que esta etapa era quizá una de las más importantes, porque gracias a ella nos volvíamos autosuficientes y, al mismo tiempo, adquiríamos nuestra propia identidad en función de lo realistas o emocionales que fuéramos. Y, una vez que nos formábamos un criterio propio, mostrabamos las bases de nuestra moral y ética.

Es también durante esta fase cuando aprendemos la complejidad de crecer en un entorno que no está diseñado para ser vanamente amable con cada uno de nosotros. Entonces nos cuestionamos por qué hemos sido elegidos para vivir nuestro presente, o por qué no podríamos haber elegido otro más agradable, donde el alma no doliera tanto. Nos vemos obligados a descubrir quiénes somos, y cómo debemos desprendernos de aquello que nos causa dolor, pero al mismo tiempo amamos, y el Ballet ejemplifica perfectamente para mí cómo amar algo con tanta pasión, a veces sólo conduce a un profundo sufrimiento.

La danza clásica surge cada vez que intento recordar mi infancia, porque desde niña había asistido regularmente a clases de ballet, ignorando por completo cómo llegaría a carcomer mi entonces débil mente. Horarios tortuosos y horas de puro esfuerzo físico y fuerza mental, que podían hacer llorar a cualquier niño que tuviera la mala suerte de aprender de personas quizás demasiado insensibles. Profesionales que con el tiempo fueron sustituidos, pero que desgraciadamente ya habían dejado una huella demasiado intensa como para ser borrada de mentes ya manipuladas como las de sus antiguos alumnos.

Por desgracia, yo había sido una de sus víctimas, pero no fui capaz de darme cuenta hasta que todo mi cuerpo se derrumbó. Los inhumanos horarios de ensayo hacían que toda la comida que hubiera podido ingerir durante el día se fuera por el inodoro y, para colmo, la ansiedad que me provocaban los días previos a un recital me impedía comer por miedo a engordar.

Había sido una época difícil, sobre todo por mi extraña afición a obtener la validación desechable de los demás, que había resultado ser mi propia negación a quererme a mí misma, lo que además, había fomentado aún más mi enamoramiento infantil por aquel entonces de Bada. Pero aunque estaba segura de que mi vulnerabilidad en aquel momento me había hecho caer con más facilidad a los pies de la mujer más condenadamente hermosa que había visto nunca, también tenía que consolarme y admitir que, aunque me hubiera encontrado mentalmente estable en ese momento, lo más probable es que el resultado hubiera sido el mismo, y de todos modos habría acabado soñando con un escenario lésbico entre ella y yo.

Sin duda muchas cosas han cambiado desde que era una niña, hasta hoy, mi presente, y aunque a veces he llegado a juzgarme por mis actitudes pasadas, también he llegado a comprender que sin ellas nunca habría sido capaz de actuar o disfrutar de pequeños caprichos como lo hago hoy, tal vez incluso me parecería extraño besar los labios de Bada y acariciar su cuerpo bajo las sábanas.

𝙄 𝙒𝙖𝙣𝙙 𝙔𝙤𝙪 ▪︎ 𝘽𝙖𝙙𝙖 𝙇𝙚𝙚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora