☆ Capítulo Diecisiete

1.3K 145 16
                                    

Llevaba quince o veinte minutos dando vueltas por mi apartamento sin parar, en busca de algún objeto que lo desordenara o ensuciara, porque, como una estúpida en mis momentos de impulsividad, había tenido la brillante idea de llamar a Bada para ve...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Llevaba quince o veinte minutos dando vueltas por mi apartamento sin parar, en busca de algún objeto que lo desordenara o ensuciara, porque, como una estúpida en mis momentos de impulsividad, había tenido la brillante idea de llamar a Bada para ver una película, sin pensar ni por un segundo que hoy no había podido limpiar bien el lugar porque había estado todo el día en casa de mis padres, y aunque esto ya era un problema bastante grande, se me había ocurrido tontamente que la comodidad de mi hogar también era un buen lugar para confesarle mis sentimientos a la más alta, así que supongo que no hace falta decir que los latidos de mi corazón iban aún más rápido que de haber corrido cuatro cuadras a toda velocidad.

Literalmente no tenía escapatoria, porque incluso ya les había dicho a las chicas de Jam Republic que iba a expresar mis sentimientos a la bailarina, haciéndome odiar aún más a mi yo hiperactiva que sólo salía en momentos puntuales, y juro que si por mí fuera ahora mismo la encerraría en un sitio donde no pudiera salir aunque quisiera.

Así que con total resignación a mis poco reflexivas ideas me miré por última vez en el espejo con marco verde pistacho de mi habitación antes de ir a sentarme al salón en el gran sofá, que justo enfrente tenía sobre una mesita en suaves tonos rosas, un pequeño surtido de bocadillos que había preparado con el tiempo besándome la nuca y es que literalmente, ni tiempo me había dado a cambiarme el cursi pijama con estampado de animalitos que llevaba desde que había llegado a casa.

Hoy definitivamente parecía tener ganas de humillarme gratuitamente delante de la chica que me gustaba.

Lo único positivo que podía rescatar de todo aquello era que al menos había tenido tiempo de bañarme, por lo que mi largo cabello estaba ligeramente húmedo al caer por mi espalda y hombros, mientras que mi piel tenía un ligero aroma a cereza que le había proporcionado la loción corporal aplicada durante la ducha. La gente podía verme en condiciones menos que óptimas, pero nunca sucia ni maloliente, a eso me negaba con cada parte de mi cuerpo y es que la higiene personal para mí y supongo que para la mayoría era esencial.

Durante el poco tiempo que llevaba en aquel sofá, ya había intercambiado un montón de mensajes con las chicas de Jam Republic en los que les explicaba las muchas razones por las que sería mejor idea confesarme en otro momento a Bada, porque sinceramente ahora mismo me sentía como una cobarde y aunque en el fondo quería decirle cuanto antes lo mucho que la quería, al mismo tiempo tenía un horrible nudo en el estómago cada vez que pensaba en mí delante de ella confesándole mis sentimientos.

¿Es así cómo se sienten todas las personas que alguna vez han estado a minutos o tal vez horas de decirle sus sentimientos a la persona que les gusta? porque si es así te juro que no quiero volver a pasar por esto en mi vida, así que más te vale Bada que después de esta agonía solo pienses en tener una casa llena de gatos y perritos conmigo o de lo contrario te juro que cometeré un crimen de odio.

Cuando estaba a punto de enviar otro mensaje a las chicas con la extensión de un libro de filosofía, apareció ante mis ojos un mensaje de Bada informándome de que ya estaba en el ascensor dirigiéndose a la planta de mi apartamento, haciendo que mi pobre corazón sufriera un microinfarto por un instante.

𝙄 𝙒𝙖𝙣𝙙 𝙔𝙤𝙪 ▪︎ 𝘽𝙖𝙙𝙖 𝙇𝙚𝙚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora