VIII

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12 de noviembre de 1892


Los días pasan, y yo he estado... digamos, liada. Sebastian ha estado preparándose para la prueba del Torneo, y he creído conveniente no molestarle. La verdad es que es una pobre excusa, la realidad es que prefiero no hablar con él sobre lo ocurrido.

Aquel día, cuando llegamos a clase, me ignoró completamente. Pero lo cierto es que yo tampoco le busqué después. La excitación pasó rápidamente al arrepentimiento. Sí, es cierto que me he tirado gran parte de los dos últimos años deseando besar al dichoso Sebastian Sallow, pero no por ello significa que esté bien.

Además está el pequeño detalle de que no puedo dejar que averigüe demasiado, o lo lamentaremos todos. Y menos teniendo la prueba del Torneo a la vuelta de la esquina, lo desconcentraría por completo. No quiero que le pase nada. Puedo vivir perfectamente alejada de él, siempre y cuando eso implique que se encuentra a salvo.

Es uno de los mejores alumnos del colegio, y de los cuatro diría que también anda cerca de ser el mejor junto con Samantha. Pero que la primera prueba implique la Oclumancia... Es demasiado arriesgado, y no sé si Sebastian es capaz de dejar la mente en blanco, con todo lo que ha sufrido. Además, ¿cómo se habrá enterado del contenido de la prueba?

Camino por los pasillos en busca de paz horas antes de la prueba, cuando veo a la profesora Weasley andar muy decidida en mi dirección. Aquello no me sorprende, pero sí me pilla por sorpresa. Cuando se acerca lo suficiente me sonríe, y yo le devuelvo una mueca de cortesía.

—Buenos días, señorita Parkinson. ¿Cómo lleva sus clases? He podido notar que sus pergaminos en los trabajos de la semana pasada eran algo vagos, y quería ver si había una razón detrás de ello.

—Perdone, profesora —agacho la cabeza—. Le prometo esforzarme más la próxima vez, ando un poco distraída últimamente. Intentaré mejorar, y si puedo hacer algo para subir nota, no dude en decírmelo.



Esto último espero que no se cumpla nunca. No soy mala estudiante, pero desde luego no soy de las que hacen lo que sea por los estudios. Me conformo con un Aceptable, si acaso un Extraordinario en las que se me dan mejor. Nunca intentaría ir a por un Supera las Expectativas, eso se lo dejo a Ominis y a Poppy.

—De eso precisamente quería hablarle —mierda—. No he tenido ocasión aún en lo que llevamos de curso por interesarme por usted, pero llevo desde entonces queriendo charlar con usted para comprobar cómo se encuentra.

—Oh —aquello me descoloca, aunque es de esperar viniendo de ella—, bueno. Voy tirando, profesora. No se preocupe —intento sonreír.

—¿Seguro? Ya sabe que tiene aquí un apoyo para lo que necesite. Y si ve que es imposible seguir el curso por su condición, no tendré ningún problema en hacer una excepción con usted. Hizo unos TIMOs excelentes en quinto, sé de lo que es capaz, y...

—Disculpe, profesora —la corto de raíz antes de que siga—, no quiero un trato preferente. Accedí a seguir en Hogwarts con todas las condiciones. No sería justo para el resto de alumnos.

—Querida, todos en su curso lo entenderían sin problema —comenta entristecida.

—Lo sé, pero no es una información que quiera divulgar tan a la ligera. Soy consciente de que se comenta por los pasillos, pero lo cierto es que lo he hablado con unas pocas personas de mi confianza y con los profesores, nada más.

—Lo comprendo —se frota las manos, mirándome—. Bien, no quisiera importunarla más. Solo quería ofrecerle mi apoyo. Sé lo unida que estaba usted al profesor Fig, y quiero que sepa que puede contar con el resto de profesores de igual manera para este tema.



Antichrist || Sebastian SallowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora