Capítulo 22

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—Señores— dijo Karl entrando en la sala de reuniones con unos mapas bajo el brazo. El bullicio se detuvo y todos voltearon a verlo—. Buenas tardes a todos. Como ya saben, atacamos Kily, sin éxito. Llegamos tarde, principalmente por la ineficiencia de los aquí presentes, que se negaron a actuar.

—Si hubiéramos contado con más tiempo— dijo el ministro de guerra excusándose—. Podríamos haber...

—No, sin excusas. El tiempo fue el que se dio y en nosotros, ustedes, estaba actuar o no. Decidieron que era más cómodo dar la negativa y cientos de soldados murieron. El resto de los habitantes de Kily están prisioneros.

—Ya déjate de echar juicios— dijo el rey—. Y expón lo que viniste a decir.

Karl carraspeó, todos lo miraban mostrándose impasibles. Entonces se acercó a la mesa y extendió en ella un mapa.

—Aquí estamos nosotros— señaló un punto—. Y aquí Skarlien. Estamos a por lo menos una semana de distancia, no deteniéndonos más que para dormir.

—¿Pretendes atacar la ciudadela? Nuestro ejército no es lo suficientemente grande— dijo el rey.

—Lo sé y no pretendo hacer un ataque precipitado— todos lo miraban tratando de descifrarlo—. Considero que deberíamos buscar aliados. Estamos muy cerca del Reino del Manto Azul. Ellos tienen una buena cantidad de hombres en sus filas. Si nos unimos podemos ir tras Skarlien.

—Si me disculpa, su alteza— intervino el ministro de guerra, Lord Struckan—. Todo esto me toma por sorpresa igual que a todos los presentes. Sin embargo puedo discernir entre una buena estrategia y una mala.

—Si mal no recuerdo— agregó Lord Vidaly, el secretario real—. Esta es la misma estrategia con la que viniste hace una semana. Coincido con Lord Struckan, no es buena, no es una estrategia realmente.

—¿Y qué proponen entonces? ¿Otra vez vamos a quedarnos de brazos cruzados? —empezó a impacientarse Karl.

El primer ministro, Lord Skar, se acercó a ver el mapa de cerca. Lo examinó con cuidado y asintió con la cabeza.

—No estamos en buenos términos con el Reino del Manto Azul, eso debería saberlo su alteza. No obstante, el Reino de Pandera está en deuda con nosotros. La primavera pasada le suministramos parte de nuestro cereal cuando sufrían de la sequía.

—Eso no importa— dijo Lord Vidaly—. Esa es una estrategia aún peor. Shwaksendorf está al otro lado del río.

—Lo sé y sería una buena idea acoplarnos y atacar desde dos frentes. Nosotros desde el sur y ellos desde el norte. Tomaríamos a Skarlien por sorpresa.

—Podría funcionar— pensó en voz alta Karl—. Por otro lado tendremos a Basenhow con las fuerzas divididas. La mitad en la misma Basenhow y el resto defendiendo Skarlien. Podría funcionar.

—Me parece un plan descabellado— dijo Lord Struckan.

—¿Es lo mejor que podemos idear? —preguntó Lord Vidaly.

—¿Tienes una idea mejor? —le dijo Karl y este bajó la cabeza—. Como lo sospeché. Tenemos que comunicarnos lo más pronto posible con el Reino de Pandera. Están muy cerca de Skarlien, no quisiera que sean el nuevo blanco antes de ponernos en marcha.

—Envíen mensajeros—dijo el rey mirando el mapa—. Hazlo hoy mismo, Lord Videly.

—Si, mi señor— asintió con una reverencia.

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Karl salió de la sala de reuniones, renovado. Su plan era malo, pero habían ideado uno mejor. Al menos lo mejor posible dadas las malas circunstancias que se les presentaban. Solo esperaba llegar a tiempo.

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