Capítulo 30

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Elke se había quedado tranquila cuando Lena entró en la habitación la noche anterior y le susurró palabras de aliento. Le dijo que todo había resultado bien, que no había a qué temer.

Sus pensamientos negativos se habían esfumado pero aún así, con un sabor agridulce en la boca, se fue a dormir.

En el desayuno de la mañana siguiente, Karl estuvo ausente y solo se contentó con oír la charla de Célie.

—Disculpa a mi hijo, hoy está siendo duro para él.

—¿Qué ocurre? —preguntó aún sabiendo la verdad detrás de la pregunta.

—Anoche se violó la seguridad del palacio, Karl tuvo un enfrentamiento poco exitoso. Pero no te preocupes cariño, estás a salvo.

Elke solo se limitó a asentir con una sonrisa y se prometió a sí misma que pronto se reuniría con Karl para hablar sobre el tema. Por otro lado, tal vez sonara sospechoso volver a incurrir en el tema.

Lo estuvo buscando por todo el palacio, finalmente lo halló hablando con un general a la distancia en el camino del jardin que se alejaba hasta la entrada.

Pretendió ser discreta y caminó cerca de él fingiendo que no lo veía, admirando las flores y dirigiendo miradas fugaces para ver si le hacía algún caso.

Karl terminó de hablar lo que fuera que estaba hablando y volteó a verla, se acercó y le sonrió como si se diera cuenta de lo que ella pretendía hacer.

Soy muy mala actriz, si voy a estar en esto por un tiempo, tengo que mejorar.

—Elke, ¿que te trae por aquí esta mañana? ¿No deberías estar desayunando?

—¡Karl! No te había visto, disculpa mi intromisión. ¿Te interrumpí? No era mi intención.

Karl sonrió, su actuación había sido deplorable.

—Claro que no, siempre tengo tiempo para tí— dijo divertido—. ¿Quieres caminar un poco?

—Me encantaría, siempre es refrescante un paseo por el jardín a estas horas.

—No es tan temprano, cariño. Me temo que te estamos volviendo holgazana— le tendió el brazo que ella con un poco de rubor en las mejillas, tomó.

Caminaron un poco en silencio, la tranquilidad les venía bien a ambos. Había sido una noche movida y Elke sabía que el príncipe no estaba cómodo con los resultados.

—Te noto un poco tensa—dijo él al pasar.

—Lo siento, es que tu madre me comentó que algo grave había pasado y estoy preocupada.

—Oh, eso— mantuvo la mirada en la lejanía—. No pasó nada, solo unos locos que violaron nuestra seguridad. Pero no te preocupes, no volverá a suceder. He tomado todos los recaudos para que así sea.

Elke no supo qué responder, podía imaginarse a Klaus corriendo por los pasillos, echando fuego a todas partes. Se sentía aliviada de que no los hubieran pillado, pero también sentía compasión por el príncipe que, aunque parecía estarlo tomando bastante bien, en el fondo le pesaba la situación.

—Confío en tí— le dijo tratando de subir los ánimos.

—Lo sé— la miró a los ojos—. Lo sé.

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Se sentía frustrado. Una patrulla de reconocimiento había partido hacía cerca de una semana y él claramente no iba con ellos. Insistió mucho al respecto pero su padre había sido más fuerte. Quería tener al principe disponible, sano y vivo para la boda. Y él lo comprendía, pero sentía que estaba faltando a su deber al no comandar el ejército que se le había encomendado primeramente.

Trono de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora