Capítulo 28

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Elke recorría los jardines del palacio, buscando la pequeña ventanita que daba a los calabozos. El palacio era en extremo enorme, más de la mitad de el, aún no la conocía. Caminó en silencio, fingiendo que observaba la vegetación. Las damas de compañía venían tras ella y últimamente le costaba mucho trabajo deshacerse de ellas para sus aventuras.

—Señorita, ¿está bien?

—Si, claro querida—le contestó a una y siguió inspeccionando el terreno. Más adelante, oculto entre unos arbustos, le pareció distinguir algo. Miró a las mujeres e improvisó.

—Chicas, ¿podrían traerme un vaso de agua y la sombrilla? Hay mucho sol y esta caminata me ha dado mucha sed.

—Le pedimos a uno de los criados, señorita.

—No. Tardará mucho. Por favor, queridas, el único peligro que corro aquí es el de deshidratarme— insistió.

Lo pensaron, era una orden extraña para que las tres mujeres se ausentaran, pero era la princesa quien pedía asi que se alejaron a paso apresurado para regresar cuanto antes.

Elke corrió hasta los arbustos y tiró de ellos. Eran duros pero cedieron un poco y pudo acercarse a los barrotes, arrodillada en el pasto. Miró hacia dentro, era el calabozo pero no definitivamente la celda de Luke. Revisó entre los siguientes arbustos, tardó un rato en dar con el correcto.

—Ey, Luke— dijo bajito con miedo a que alguien más la oyera. Pero podía estar segura, los guardias de abajo estaban lo bastante lejos de la celda como para oírla. Entonces vio movimiento en la oscuridad y la cara del preso se iluminó por la luz de la ventana.

—No creas que vas a obligarme a salir por ahí— dijo al verla.

—No seas tonto, necesitaba encontrar un modo de comunicarnos. Todavía no descifro como sacarte pero lo averiguaré pronto— pensó—. Por favor resiste, estarás fuera pronto.

—Eso espero, princesita.

—No me digas así, no soy princesa aún.

—Pero lo serás pronto ¿o no? —se hizo el sorprendido—. Ah, cierto que para ese entonces tu príncipe estará demasiado ocupado tratando de salvar su vida. Muy hábil evadiendo la responsabilidad.

—Te veo luego— dijo consternada y acomodó los arbustos como estaban cuando llegó. Las palabras del hombre sobre Karl tratando de salvarse... no era lo que tenía entendido. Siempre hablaban en broma sobre el tema y ella pensaba que Klaus se lo mencionaba por celos, pero ¿y si era verdad? ¿Y si Klaus planeaba matar al príncipe? No era algo lejano, Klaus quería eliminar a todo el mundo. Tomó nota de ello y decidió seguir pensándolo más tarde, no quería que esas divagaciones le afectaran el resto del día.

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No paraba de pensar, se había recluido en el cuarto y solo podía hacer eso; pensar.

—¿Qué haces? —preguntó Listraus entrando en la habitación y viéndolo recostado en la cama.

—Pienso.

—Que interesante. ¿Y qué piensas?

—Cosas.

—Me tienes cada vez más enganchado. Y dime, ¿esas cosas tienen que ver con la revolución? —se hacía el tonto.

—¿Tú qué crees?

—Tal vez si lo compartes conmigo, digo, dos cabezas piensan más que una— lo instó a hablar.

—No tiene solución posible.

—Intentalo— se sentó frente a él sonriendo. Klaus lo analizó rápido, no sabía si debía revelar su problema. Por otro lado, Listraus aún no lo había delatado, incluidas sus incursiones a la habitación de la princesa. Era de confianza, eso parecía.

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