Capítulo 1

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08 de septiembre de 2020

Lo vi y actuaba como si nada, como si seis años juntos no valieran, como si fuera el peor recuerdo o la peor experiencia ¿Tan malo fui? No sabía cómo reaccionar, cómo aceptar esa situación en la que simplemente el hombre que amo y que hasta algunos meses decía amarme, me trataba ahora como la persona más indeseable del mundo.

En el fondo de mi corazón sabía que no debería mostrarme vulnerable o herido, no era justo para mí mostrar el profundo dolor que estaba matándome, así que respiré hondo y tomé toda la fuerza interna que me quedaba para caminar a su lado con la cabeza en alto. No lo volví a ver y sé que no me volvió a ver, y aunque quería correr a sus brazos y pedirle que volviera a mí, sabía que eso jamás ocurriría.

Había una realidad, él estaba con ella, y yo, estaba hundiéndome en la desesperación de su abandono.

Caminé hacia la salida, vi a Gof apoyado en su auto esperándome, las lágrimas se apresuraron a llenarme los ojos, luché porque no salieran, aún no.

- ¿Estás bien? – preguntó al ver mi cara de descomposición

- No – me limité a responder

- Ven, entra, hay que salir de aquí rápido – me tomó por la espalda y me guio hacia el lado del copiloto, abrió la puerta y me senté. Las lágrimas que había estado reteniendo no tardaron en salir y comencé a llorar como un niño, sintiendo que mi alma era estrujada, me sentía desechado, burlado, herido. Quería morir del dolor y de la angustia.

Gof subió al auto y comenzó a manejar mientras me miraba con preocupación, sé que quería preguntar muchas cosas, pero calló, probablemente pensó que no era el momento... cuánto agradecí su empatía. Lloré hasta que llegué a casa, bajé del auto y pronto sentí el brazo fuerte de Gof rodeándome para evitar que me cayera ya que tambaleé un poco debido a que tenía la vista nublada por las lágrimas.

- Vamos a tu cuarto, recuéstate, descansa, llora todo lo que quieras, saca todo ese dolor hasta que te sientas un poco más tranquilo – Me recostó en la cama, yo había vuelto a llorar, ahora un poco más fuerte que antes, me sentía en libertad de hacerlo sin miedo, sin vergüenza, lloraba mientras desgarraba mi garganta por los gemidos de interminable dolor.

A los minutos vi entrar a mi amigo nuevamente, llevaba un vaso con agua y un pequeño chocolate que no supe de dónde lo sacó. Él era una de esas personas que siempre había creído que un bombón o cualquier cosa dulce podía hacer sentir mejor a un corazón triste. Se sentó a mi lado y me sostuvo el vaso para que tomara, pero los espasmos de mi cuerpo al llorar no me permitían ni siquiera tomarla.

Decidió dejar todo aquello en la mesa de noche y me abrazó, me refugié en su pecho, como un recién nacido se refugia en los brazos de su madre para sentirse seguro, aquella noche Gof fue mi lugar seguro, quien me hizo sentir querido y apoyado. No tengo idea de cuánto tiempo lloré en sus brazos, lo último que recuerdo fue que me dio agua para beber y luego sin que me diera cuenta metió en mi boca aquel pequeño chocolate.

- Cómelo, te hará bien - sentí la melosidad del dulce derritiéndose en mi boca y suspiré mientras le agradecía con la mirada, luego me dio el agua y la bebí toda, quería dormir, quería no despertar, sabía que el día siguiente me encontraría solo y eso sería terrible. Estaba acostumbrado a estar al lado de Jungkook, a compartir mi tiempo y cada espacio de mi vida con él y ahora simplemente me encontraba solo, con los recuerdos del hombre de mi vida diciéndome las palabras más crueles que había escuchado y al lado de la mujer que decía amar.

No, no quería que llegara la mañana, había tanta incertidumbre y temor, como todos los días durante esas últimas semanas. Pero no podía obligar o comprometer a nadie a que padeciera a mi lado, no era justo para los demás, así que trataría de superar un día a la vez, en la espera de un poco de consuelo para mi alma conforme pasara el tiempo.

Diario de un corazón rotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora