Capítulo 6

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No es exactamente cierto, pero se aproxima bastante. En cualquier caso es una historia cuya trama puedo tejer y destejer sin alejarme demasiado de la realidad.

Se trata de una capa más de mi armadura, y en lo que se refiere a Lisa Manobal necesito todas las corazas posibles.

Me sigue mientras subo por la escalera porque es demasiado estrecha para que podamos hacerlo juntas.

Jennie... —dice en tono que suena igual que una orden.

Me detengo y me vuelvo para mirarla desde mi posición, tres peldaños por encima de ella. Constituye una perspectiva interesante. No creo que abunden los que han tenido la oportunidad de mirar a Lisa Manobal por encima del hombro.

—¿Qué significa Jiyong Kwon para usted ahora? —me pregunta.

Es posible que solo sea mi imaginación, pero creo ver algo vulnerable en los ojos de Manobal.

Es un amigo —respondo—. Un gran amigo.

Creo que es alivio lo que veo en su rostro, y la combinación de ambas emociones —alivio y vulnerabilidad— hace que se me corte la respiración.

Sin embargo, desaparece rápidamente, y a continuación su pregunta «¿Se acuesta con él ahora?» resulta decididamente glacial.

Me masajeo las sienes. Estos cambios de caliente a frío y viceversa me marean.

¿Qué pasa, estoy es un concurso de televisión? ¿Ha invertido todos sus millones en un programa de cámara indiscreta o algo así?

Parece totalmente sorprendida.

—¿De qué está hablando? —pregunta.

De que primero se muestra amable y después insoportable.

¿Ah, sí?

Por favor, no finja que no sabe a qué me refiero. A veces es usted tan grosera que me dan ganas de abofetearla y...

Pero no lo hace, ¿no?

La fulmino con la mirada y paso por alto la interrupción.

Y a continuación se vuelve toda amabilidad y dulzura.

Arquea las cejas.

¿Dulzura?

De acuerdo. La palabra «dulce» no es la que le describe mejor. Olvide lo de «amabilidad y dulzura» y mejor quédese con «temperamental y apasionada».

Apasionada... —murmura y logra que parezca mucho más sensual de lo que yo pretendía—. Me gusta como suena.

Y también a mí.

De repente tengo la boca seca.

La cuestión es que usted me confunde.

Me mira con franca jovialidad.

Pues también me gusta cómo suena eso.

Y además es exasperante e impertinente.

¿Impertinente? —repite.

No sonríe, pero juraría que noto cierto tono de sarcasmo en su voz.

Hace preguntas que no tiene derecho a formular.

Y usted marea la perdiz de un modo muy elegante, pero sigue sin responder a mi impertinente pregunta.

Creía que una mujer tan inteligente como usted se habría dado cuenta de que la estoy evitando.

Union Ties | Jenlisa G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora