Capítulo 24

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El mar brilla bajo la luz de la mañana mientras estoy de pie y desnuda junto a la ventana, bajo la atenta mirada de dos personas: el ojo profesional de Rosé y la mirada cargada de deseo de Lisa, que consigue que mis pezones se endurezcan y me tiemblen las piernas a pesar de que haya otra persona presente.

Es una extraña sensación que al mismo tiempo me hace sentir poderosa.

Estás tan estupenda que tiene delito —comenta Rosé—. En cambio yo me encuentro fatal.

Será por todo el vino que tomaste —bromeo.

En realidad fue vodka —contesta—. No sé por qué demonios te dije que vinieras a las ocho. Bueno, sí lo sé, porque la luz de la mañana hace que tu piel resplandezca.

No puedo evitar volverme hacia Lisa. Veo mi propia sonrisa dibujada en su rostro y sé que las dos estamos pensando en su comentario de que resplandezco cuando me siento excitada.

Nuestras miradas se cruzan, y la suya está cargada de deseo, pero no tengo más remedio que seguir haciendo de estatua mientras Rosé trabaja en el otro extremo de la habitación.

Lisa carraspea, y a juzgar por su expresión diría que tampoco está precisamente contenta con la situación.

Rosé nos mira con aire inocente.

—¿Algún problema? —pregunta.

Me voy a dar una vuelta en bicicleta antes de ir a la oficina — responde Lisa.

Tengo que hacer un esfuerzo para no reír. Cómo no, yo soy la que está de pie y desnuda delante de una terraza. Ella se va a descargar su energía sexual haciendo ejercicio y me deja para que arda en la mía.

Según lo que alargues el paseo es posible que no me encuentres aquí cuando regreses —le digo—. Hoy tengo una entrevista de trabajo, ¿recuerdas?

Claro que sí —responde y da un paso hacia mí.

Está bien, despídete como es debido —le dice Rosé con un gesto de la mano—. Voy a preparar café o lo que sea.

La veo desaparecer en la cocina y sonrío.

Me cae realmente bien —comento.

Mmm —conviene Lisa mientras me estrecha entre sus brazos.

Noto su ropa fresca contra mi piel desnuda, y me rodea con el brazo mientras nos acercamos al cuadro. Cuando llegué estaba cubierto por una sábana, de modo que siento curiosidad por ver cómo progresa. Rosé ha hecho mucho en poco tiempo y no hay duda de que soy yo la que ha bocetado en la tela, con la espalda recta y la cabeza alta. Al principio tenía mis dudas acerca del cuadro, pero estoy empezando a creer que va a quedar muy bien.

Estoy celosa por cómo te toca —dice Lisa en voz tan baja que apenas la oigo.

La miro con expresión interrogante.

Pero si Rosé no me ha tocado nunca.

Es cierto —contesta Lisa mientras me abraza y hunde el rostro en mis cabellos—, pero está haciendo que cobres vida y esa es tarea mía.

Y lo haces muy bien.

Huele mi pelo.

Podemos enviar a Rosé a buscar donuts y yo me olvido de mi paseo en bici.

¡Ni hablar, amiga! —Río y la aparto de un empujón—. Por si lo has olvidado, hoy tengo una cita y necesito tiempo para vestirme, leer todo lo que pueda encontrar sobre esa empresa y hacer lo que se supone que hace una chica que busca trabajo.

Union Ties | Jenlisa G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora