Capítulo 30

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Lisa anuda el extremo de la cuerda de tal manera que, básicamente, forma una especie de gargantilla con una cola muy larga que baja hasta mis pechos y mi sexo, y que luego vuelve a mis manos, que todavía permanecen atadas a la espalda por el otro extremo de la misma cuerda. Me muevo un poco. Estoy nerviosa y excitada, y también un poco incómoda.

Me observa de arriba abajo muy despacio.

Me siento tentada a encargar otro retrato, señorita Kim. Me encantaría tenerla así todo el tiempo.

Sonrío con superioridad.

¿Esto es una negociación, señorita Manobal? No me vendo barata, pero tratándose de alguien con un gusto tan refinado, estoy segura de que podríamos llegar a un acuerdo.

Se echa a reír y tengo que morderme el labio para no unirme a su carcajada.

Nada me gustaría más que negociar con usted, pero me temo que no nos queda tiempo.

¿Tiempo?

Tenemos sitios a los que ir —dice—, y gente a la que ver.

«Oh.» De repente, su advertencia de que me costaría no perder el control empieza a tener sentido.

Echo un vistazo a mi cuerpo, muy desnudo y muy atado.

No voy vestida para la ocasión.

Va tan bien vestida que la moral tradicional de nuestra sociedad no me permite sacarla así. Soy una mujer muy egoísta y no me interesa compartirla con el resto del mundo.

Créame —digo con cierto tono de ironía—, tampoco me interesa que me comparta.

Mi mente vuelve al retrato, en el que estoy atada de forma muy parecida a como lo estoy ahora. Un cuadro enorme que colgará de la pared de una habitación destinada al ocio. En cierta forma, creo que Lisa ya me ha compartido y que ya he consentido en ser compartida. Pero en el retrato soy anónima. Ha sido un término clave en nuestro acuerdo.

Estoy realmente encantada de oírlo, señorita Kim. Sobre todo porque, como bien me ha recordado, es usted de mi exclusiva propiedad hasta la medianoche. Total y absolutamente mía para hacer lo que me plazca. ¿No es así?

Sí.

Para tocarla, provocarla y tentarla.

Mi cuerpo se tensa como respuesta a sus palabras, pero consigo asentir con la cabeza.

Para castigarla y para alabarla.

Lisa...

Mi voz es franca y ella me hace callar posando suavemente sus dedos sobre mis labios. Entonces me rodea muy despacio.

Para vestirla, para alimentarla. Mía, Jennie —dice acariciando mi nuca con su aliento, con tanta intimidad como una mano en mi sexo.

Mía para protegerla, mía para amarla.

Ha terminado de rodearme y ahora está frente a mí.

Mía para gobernarla. Dígame, Jennie. Dígame lo que quiero oír.

Soy suya —susurro.

Ansío sentir su tacto. Mi cuerpo está en tal grado de alerta que me siento embriagada, drogada por el dulce narcótico que supone Lisa.

Buena chica —murmura en un susurro casi inaudible.

Lentamente se vuelve a colocar detrás de mí. Giro la cabeza intentando verla, pero no sé lo que está haciendo hasta que noto cómo afloja los nudos que mantienen atadas mis muñecas.

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⏰ Última actualización: Jul 07 ⏰

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Union Ties | Jenlisa G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora