Los brillantes rayos del sol se filtraron por las ventanas de la habitación de Alonso. Mi cabeza
estaba escondida en su cuello, una de mis manos reposando en su pecho y una pierna flexionada sobre una de las suyas. Mi pacifica respiración
chocaba contra la piel del chico del que estaba enamorada, causándole una suave y dulce sensación que le hacía desear quedarse de aquella manera para el resto de su vida, pero un móvil interrumpió.
Me quejé, dije algo sin sentido y me apreté más contra Alonso. Él se despertó, confundido.
-Cariño...-Murmuró-Espera-Se incorporó de mala manera y estiró el brazo hasta la mesita para coger su teléfono. Miró la pantalla y comprobó que era la alarma. La paró. Suspiró, se pasó una mano por la cara y volvió a tumbarse cuando lo cogí de la camiseta, reclamándolo a mi lado-Era el despertador-Susurró, sonriendo por mi ruda
muestra de actitud.
-Abrázame-Le ordené más que pedir, porque aún siquiera había abierto los ojos y solo quería sentir sus brazos a mi alrededor. Escuché su risa.
-¿Eso es lo que quieres? ¿Qué te abrace?
-Sí-Abrí los ojos y levanté un poco la cabeza para encontrarme con sus hermosos ojos -¿Qué más
podría querer?
-No sé... Quizás un besito de buenos días, un manoseo debajo de las sabanas, un revolcón antes de salir...
-¡Dios!! VILLALPANDO!-Le golpeé en el pecho, riendo. Él también lo hizo, después se tornó más serio y me acarició, mirándome a los ojos de una manera extrañamente tierna, diferente. Me intimidó y casi me sonrojé.
-Hablo en serio, _____. Quiero decir, no ahora pero, quiero sentirte mía. Necesito sentirme mía.
Como hace dos años... ¿Recuerdas?
- Alonso... ¿Cómo voy a olvidar aquellos momentos?-Me incorporé un poco para poder mirarlo completa y fijamente a sus ojos-Fuiste el único al que me entregué realmente. Contigo lo compartí todo... Y lo seguiré compartiendo.
Una sincera sonrisa se dibujó en su rostro. Me cogió de la barbilla y acercó mi rostro al suyo
para unir nuestros labios en un profundo beso.
-¿Qué hora es?-Le pregunté después.
-Van a ser cerca de las nueve y media. ¿Quieres bajar a desayunar, nos arreglamos y salimos?
Asentí eufóricamente con la cabeza. Ambos reímos, me tiré sobre Alonsl para abrazarlo y él me estrujó entre sus brazos. Jugamos un rato
más en la cama. Alonso me dejaba besitos por la cara; frente, mejilla, nariz, labios... Luego los bajó
por el cuello y me mordió el lóbulo de la oreja cuando se colocó sobre mí y yo no pude contenerme la risa.
Minutos después, nos encontrábamos en la cocina. Alonso untaba mermelada en varias tostadas y yo me encargaba de llenar dos tazas
de leche. Sentí frío en las piernas, ya que solo estaba cubierta por la sudadera de Alonso. Me
alcé de puntillas para guardar la caja de leche en un armario y noté la mirada de Alonso detrás de
mí, embobado.
-¿Qué?-Pregunté.
Su mirada subió hasta mis ojos. Negó con la cabeza y rió.
-Nada. Déjalo. A veces mi mente se va lejos de aquí...
-Am... Pues regresa. Tenemos que desayunar- Cogí las dos tazas, y acompañada de Alonso,
quien cargaba dos platos con sus respectivas tostadas, nos sentamos en le mesa y desayunamos como una pareja feliz.