Apenas debían ser las cuatro o las cinco cuando me desperté, sobresaltada por una pesadilla en la
que aparecía Nick.
Me llevé una mano a la frente y me aseguré de que Alonso seguía a mi lado.
Sí, allí estaba; dormido y respirando como un angelito.
Al instante se dibujó una dormida
sonrisa en mis facciones y no pude contenerme a pasar mis fríos dedos sobre su mejilla, acariciándolo con sumo cuidado.
-Mmm...-Reí en silencio cuando vi que sus labios se curvaban-Quiero despertarme así cada mañana y luego tomarme un buen tazón de besos de la niña más hermosa del mundo.
-Aw, ¿Esa soy yo?
Abrió los ojos, encontrándose de súbito con los míos.
-¡Claro! ¿Cómo me preguntas eso?-Me tocó la punta de la nariz, graciosamente. Luego ladeó la
cabeza a un lado para mirar por la ventana. Todo continuaba oscuro.
-Lo siento. Aún no es de día. No quería despertarte...
-No te preocupes-Me empujó más a él, agarrándome por la cintura para robarme un beso. Le sonreí-¿Y a ti quien te ha despertado?
-...Una pesadilla-Cerré los ojos y dejé mi mano reposando en la mejilla de Alonso-En la que aparecía Nick.
-Oh. Ven aquí-Me apretó bien fuerte contra él, haciéndome sentir su calor corporal y su perfume varonil y sensual.
Depositó un beso en mi cabeza-No pienses en ese estúpido mal nacido.
Piensa en mí...En nosotros.
-Pero estoy asustada, Alonsl. Es capaz de aparecer por aquí en cualquier momento...
-Oye, no me digas eso que me asustas a mi también. Estamos solos en casa y como aparezca alguien de la nada me da algo.
Reí ante su comentario. Ahí estaba la prueba de que era el único que conseguía sacarme una sonrisa incluso en los peores momentos.
- Alonso...
-Dime, hermosa-Me acarició con suma cautela.
-Espera-Me levanté y fui al baño en busca de mi pantalón para sacar algo del bolsillo. Cuando regresé a la cama, Alonso estaba incorporado, con los ojos entrecerrados y pelos de loco. Sonreí abiertamente.
-Pareces un osito-Le dije, volviendo a enredarme en las sabanas junto a él-Quiero...-Le mostré mi puño cerrado. Él me miro confundido-Quiero que
lo lleves, Alonso-Y abrí la mano, dejando ver el colgante, aquel que le regalé dos años atrás, que
yo había perdido, que él había conservado y luego se había arrancado del cuello.
Él me miró, con los ojos ensimismados y llenos
de anhelo.
Lo cogió sin mediar palabra y se lo puso. Yo le sonreí levemente. Me cogió las manos entre las suyas.
-¿Dónde está el tuyo?
-Oh, yo...-Me avergonzaba de decírselo, pero tenía que hacerlo. No podía seguir ocultándole
cosas a Alonso, quería ser totalmente sincera por y para él-...Lo perdí. Lo siento...
-Princesa...-Ahueco mi rostro en su mano-No te preocupes, ¿Vale? Mañana iremos a comprar
otro-Me regaló una sonrisa que yo no le devolví.
-No, Alonso. Un collar nuevo no significará lo mismo. Fui una estúpida por no tener más
cuidado...
-¿Quieres dejar de decir que eres estúpida? No lo eres, eres hermosa. Punto-Me recogió el pelo,
dejando que todo cayera por un lado de mi cuello-Mañana pasaremos las veinticuatro horas juntos. Saldremos a dar una vuelta, iremos a
comprar y volverás a llevar el collar, ¿Entendido?
Lo miré a los ojos y después sonreí débilmente. Él me contestó acercándose para darme un beso
tierno sobre los labios.
-Ahora vuelve a dormirte, y no tengas miedo. Yo estoy aquí, contigo.