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52. ¿A MANO?




El sol nos daba de lleno en esta siesta, y si no fuera mayo, probablemente nos estaríamos derritiendo o sin duda buscando alguna sombra. Sin embargo, con el clima por debajo de los 18 grados, era la sensación más agradable que podíamos experimentar en este momento.

Llevábamos más de una hora recostadas en el césped sobre una manta, disfrutando del silencio. O al menos yo lo hacía ya que era una forma de encontrar la paz que me había faltado en los últimos días.

Pasaron apenas cuatro días desde la última vez que vi a Facundo, desde esa cena, dónde en principio no hubo mucha interacción. El lunes, fue raro, notoriamente usé mí estado de ánimo para faltar a la facultad. No le hablé a Facundo ni respondí sus mensajes. Él sí me escribió. El Martes, fui asimilando mejor la cosa y pensé que tal vez con otro día estaría más cómoda. Ese día tampoco respondí a los mensajes, o al menos no de inmediato, que sí mando Colidio. Me mandó varios, pero solo respondí al último en el final del día, ahí le exprese que prefería seguir así (distanciados) y que estaba bien.

El miércoles retomé la facultad por completo, asistiendo a todas las clases que debía cursar. No lo pensé demasiado, ya que también tenía que trabajar en el restaurante, lo cual me mantuvo ocupada y lejos de darle vueltas al tema de Facundo. Solo respondí uno de sus tantos mensajes, precisamente el que me preguntaba si quería que se pasara por mi departamento, osea vernos, mi respuesta fue un rotundo no.

Después de eso, Facundo no volvió a escribir, lo que me asustó un poco. Temí, debo admitirlo, que comenzara a cansarse de mi distancia, aunque seguíamos siendo novios, de eso no había dudas. Las dudas estaban en cómo seguir. Por eso justamente decidí armarme de valor y llamé a Eva para contarle lo que había pasado entre nosotros el último domingo. Y así es como terminé ahora en su casa, patio, frente a su pileta llena de hojas sin poder aún comentar cómo realmente me sentía. A pesar de que le dejé claro que sí no le conté antes es porque sabía que me diría que me calmara y pensara todo en frío. Hablamos de eso por media hora, y me dijo que si quería, podía quedarme con ella. Fue anoche cuando me ofreció eso, le respondí que solo necesitaba desahogarme un poco, nada más. Luego cerró con que si la necesitaba, simplemente la llamara o la buscara en su casa, donde últimamente pasaba la mayor parte del tiempo.

Hoy ya era jueves, y nuevamente me salté la facultad. Sabía que ya había perdido varios días esta semana, pero no tenía ganas de lidiar con más gente cuando ni siquiera podía lidiar conmigo misma por no tomar una decisión de una puta vez.

Finalmente, después de almorzar, me animé y aparecí en la casa de Eva, como en los viejos tiempos, aunque me di cuenta de que la última vez que estuve acá fue cuando se recibió en verano, durante las vacaciones, cuando Facundo también estuvo.

Frenesí | Facundo ColidioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora