Capítulo 25

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Maratón 4/4

Amelia

¿Saben lo qué han hecho? - observé a la directora quién tan solo tenía una frívola expresión.

Observé de reojo a Adrián, él tenía el cabello húmedo al igual que yo, y ni hablar de nuestro uniforme.

Eso te pasa por desobedecer.

Los dos llevábamos una toalla alrededor de nuestro hombro.

— Esto es el colmo, tenemos un reglamento que se debe cumplir al pie de la letra y ustedes se atreven a romper las reglas.

Mierda.

Por cosas así yo no rompía las reglas, me ahorraba los problemas a excepción de esa vez.

— ¿Quién fue de la idea? - la directora preguntó con firmeza —. O más bien el de la idea.

Todos nos miramos entre sí, y yo supe que Adrián había sido el culpable. Lo iban a castigar.

Adrián me miró fijamente y soltó un suspiro, abrió la boca para decir algo.

— Yo fui - levanté la mano.

La directora entreabrió los ojos al escuchar mis palabras y al verme.

¿Qué has hecho, Amelia?

— No es la única, yo también fui culpable - Adrián levantó la mano.

— Todos fuera, a excepción de ustedes - la directora ordenó con una voz fría.

Observé a Adrián con algo de miedo mientras los estudiantes implicados en la guerra de agua salían, mis amigas me observaron preocupadas pero yo les dediqué una sonrisa de que todo iba a estar bien.

Tu padre te va a castigar de por vida cuándo se entere.

Pero pude sentir el tacto de Adrián sobre mi mano, él entrelazó uno de nuestros dedos con sutileza, sentí cómo mi corazón dio un salto ante esa simple acción, lo observé y él me dedicó una sonrisa.

Sonreí levemente y nuestros dedos quedaron entrelazados, lo bueno es que la directora no lo pudo notar porque parte de su escritorio cubría nuestras manos.

— No me lo esperaba de ti, Amelia. Mi estudiante estrella y perfecta - me tensé al escuchar aquellos apodos.

Pero el tacto de Adrián acariciando mi dedo hizo que me relajara un poco más.

— No fue mi intención, señora directora - dije bajando la mirada hacia mis zapatos.

— Y tú - se dirigió con molestia a Adrián.

Lo observé de reojo, y por abajo empecé a acariciar su dedo con mi mano cómo él lo había hecho hace unos segundos.

— Los dos están castigados, limpiarán los pasillos por una semana y ordenaran la biblioteca por tres semanas.

Asentí.

— Espero no recibir más quejas - la directora advirtió con enojo.

Y ambos salimos de la dirección.

— ¿Por qué lo hiciste? - Adrián preguntó mientras entrelazaba nuestras manos.

— No quería dejarte solo - respondí, Adrián sonrió y me acercó a él.

— Ahora los dos estamos castigados, Harper. No sé si eso es bueno o peor - solté una risita y acosté mi cabeza en el cuerpo de Adrián.

— Pero no estamos solos - dije.

Rompiendo Las Reglas© ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora