Capítulo 28

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Amelia

Soledad, calma y silencio.

El complemento perfecto para leer, y lo mejor es que era de noche. Amaba la tranquilidad, y el silencio.

Había regresado hace un par de horas al internado, y la verdad no quería saber nada más del mundo por lo menos dentro de unas diez horas más. Suficiente había tenido con mi padre y la bruja de Luciana quiénes habían hecho mi noche imposible.

Ahora solo quería leer y dormir.

Continué con mi lectura hasta que escuché unos toques en mi ventana, fruncí el ceño con molestia.

¿Quién molestaba mi preciado momento de lectura?

Decidí ignorar los toques pero el molesto sonido continuó, cerré mi libro con molestia. Solté un suspiro frustrado y me levanté de mi cama con enojo, caminé hacia mi ventana y lo vi.

Iba a matarlo, suficientes tazones ya tenía.

Fruncí el ceño con molestia y abrí la ventana.

— ¿Te parece bonito interrumpir mi preciado momento de lectura? - pregunté mientras cruzaba los brazos.

Adrián sonrió con diversión al escuchar mi pregunta.

No lo golpees, Amelia. Paciencia, paciencia, respira.

— Creo que me parece bonito molestarte, Harper - rodé los ojos — ¿Puedo pasar?

— Sabes qué nos pueden suspender si es que nos encuentran juntos ¿No?

— Qué puedo decir, Amelia. Me gusta romper las reglas.

Negué de un lado a otro, lo observé fijamente y finalmente accedí a qué pasara.

— Si me castigan por tu culpa, voy a odiarte por el resto de mi vida - dije.

Adrián entró a mi habitación por mi ventana y antes de que pudiera decir algo, él enredó sus brazos alrededor de mi cintura, me quedé helada ante su acción, lo miré fijamente con confusión.

— ¿Qu - qué haces? - pregunté con un temblor en mi voz.

— Te ves preciosa, Amelia.

Pude sentir mi pulso temblar ante sus palabras, tragué saliva con nerviosismo hasta que Adrián enterró su rostro en mi cuello.

— Me gustas - él dijo, sonreí levemente y llevé mis manos hacia su cabello  y empecé a hundir mis dedos sobre el jugando con sus hebras castañas.

Me gustaba gustarle.

— ¿Estás borracho, Wilson? - cuestioné con diversión.

Adrián me miró fijamente y negó de un lado a otro.

— Estás extraño - confesé acariciando su cabello.

— Tú me pones en este estado, Harper - sonreí negando de un lado a otro.

— ¿Qué planeas?

— Quedarme aquí contigo.

— ¿Quieres qué nos castiguen?

— Ellos no deben saberlo.

Volví a negar, y me alejé de él, tomé mi libro en mis manos. Volví a mirar a Adrián, y noté su mirada un poco apagada.

Algo le pasaba.

— ¿Estás bien? - pregunté con curiosidad mientras me sentaba en mi cama.

Él negó de un lado a otro, fruncí el ceño. Parecía un niño en este estado.

Rompiendo Las Reglas© ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora