Se despertó, encontrando la cama vacía como siempre.
Suspiro ante tal hecho, por alguna extraña razón pensó que el pelinegro se quedaría junto a él hasta el amanecer y quizás... No, no debía pensar tonterias.
—- Quita esa cara de desganado -— mencionó Jaekyung ingresando a la habitación —- Te traje algo de comer.
Dan se sorprendió ante tal acto, el pelinegro nunca había sido tan atento.
—- Bueno, tengo que ir a entrenar —- Nos vemos más tarde.
El pelicastaño asintió, llevando un poco de salmón a su boca, estaba delicioso.
Disfrutaba la comida con mucho gusto, en especial porqué fue Jaekyung quién lo preparó, esforzándose en llevarlo hasta su cuarto.
Un mensaje llegó a su celular, algo que lo sorprendió.
—- Joven Dan, sus padres volvieron —- mencionaba dicho texto —- Quieren verlo hoy en la tarde, ¿puede a las 5pm?
Sonrió al leer dicho mensaje, ¿tan pronto vería a sus progenitores?
La idea de tener una familia, hizo que su corazón se regocije. Sus padres, aquellas personas que nunca conoció, por fin lo habían contactado.
Con temor, respondió que "si" y chillo de alegría. Si podría saltaría, pero todo su cuerpo le dolía.
Rápidamente pensó en Jaekyung, debía informarle que vería a su familia esa tarde, para que el menor no se preocupe cuando vuelva.
Terminó su desayuno con más ánimo que antes, sonreía cada que podía, poco consciente de la hora.
Recibió otro mensaje, era Chan-woo.
—- Dan, me comentaste que buscabas un trabajo y que tuviera buena paga si fuera posible—- dijo el menor, a lo que Dan recordó que buscaba con urgencia algo cuando había incertidumbre de si Jaekyung lo mantendría a su lado o no —- Encontré algo, pero es ummm... Algo complicado.
El pelicastaño ya no tenía la necesidad de buscar algo nuevo, pero le daba interés lo que decia Chan-woo.
—- Es en un bar VIP —- mencionó el menor —- No te preocupes, no tienes que dar "esa clase de servicios" solo que a veces las personas son molestas al creer que todo les pertenece.
El pelicastaño dejó su celular, ese trabajo se veía riesgoso, no debería perder su tiempo en pensar en algo así... Mejor aprovechaba en alistarse para encontrarse con sus padres.
Eran las tres de la tarde, el tiempo le alcanzaría exacto para llegar a tiempo.
Busco entre sus prendas algo que sea presentable, distinto a lo que usaba normalmente. Vio en su armario un conjunto nuevo, la tela se veía fina y la textura era suave.
"Cortesía por haber desaparecido tanto tiempo" decía un papelito al costado de las ropas.
Un polo manga larga de color negro, completamente de algodón y pegado al cuerpo. Un pantalón palazzo, color beige, casi el mismo tono que su cabello y un chaleco tejido del mismo color del pantalón.
—- Qué bonito y elegante —- susurro Dan con alegría para luego entrar a la ducha y bañarse con paciencia.
Su piel se encontraba perfectamente hidratada, sintiendo la frescura del ambiente.
Cuatro de la tarde, Dan debía apurarse. Salió tan pronto terminó de cambiarse y tomó un taxi a la dirección que la habían mandado.
Al llegar, bajó, agradeció y observó las casas de ese lugar.
Era un buen distrito, relativamente caro y... Aquella casa, era inmensa. Tenía dos pisos, pero se veía amplia, con un espacio para cochera de tres o cuatro autos y una puerta de madera caoba brillante.
Tocó confundido y con timidez... ¿Se había confundido de dirección?
Revisó nuevamente su celular, el mapa marcaba exactamente en ese lugar, dejándolo sorprendido.
¿Sus padres tenían dinero? ¿O eran empleados de ese lugar?
Las dudas removían su mente, pero decidió no juzgar a dichas personas.
Si vivían tan cómodamente, ¿por qué nunca lo buscaron? ¿Y a su abuela? Ellos fácilmente podrían pagar el mejor tratamiento, y así ella... Ella... Estaría viva.
Negó tan rápido como pensó eso, no sabía la realidad de sus padres, debía conocerlos primero y preguntar el motivo de su lejanía.
—- ¿Kim Dan? —- preguntó un hombre desconocido saliendo de la puerta, tenía el cabello azul como el cielo nocturno y los ojos almíbar brillantes
El pelicastaño asintió con confusión, aquel hombre parecía un Secretario.
—- Sígame —- mencionó el mayor abriendo la puerta —- Mi nombre es Sang-Ji, soy el Secretario personal de sus padres.
Dan asintió, ingresando a dicha casa.
La primera expresión que tuvo fue "excesivamente grande e incómoda"
Había un patio mediano, que contenía toda clase de flores adornando la entrada.
La casa estaba dividida en dos compartimentos separados, uno más pequeño que otro.
La cochera cubría un gran espacio, pero cuando ingresó al lugar principal se sorprendió.
Lo primero que vio fue un pasadizo que daba a una pequeña habitación ¿vacia? Llevaba algunos zapatos, un perchero de ropa y algunos cuadros.
Ese espacio era del tamaño de su habitación pasada, no podía creer que esté prácticamente desolada.
—- Es la zona de visitas —- mencionó el mayor —- Ya sabe, cuando uno no quiere que alguien vea dentro de la casa y solo abre la puerta.
Bueno, no era algo que supiera realmente... En su vida podría soñar con un lugar tan inmenso.
Luego, volteó hacia la derecha, ingresando a un gran salón y camino directo, llegando a una sala dónde lo esperaba una mujer.
—- Este es el cuarto de baile —- mencionó Sang-Ji —- Y aquí se encuentra la Sala principal, con su madre adentro. Me retiro.
El pelicastaño agradeció, acercándose al centro de la habitación, dónde se encontraban unos sillones de cuero, una mesita de centro y un televisor de 85 pulgadas.
Las paredes impecables, los floreros organizados y el ambiente espacioso, todo se veía tan... Tan lujoso.
—- Toma asiento —- mencionó la mujer, tomando un sorbo de vino, en una copa de cristal tan brillante como la marca swarovski, dos de esas copas podrían fácilmente costar 300 dólares.
El menor asintió, intimidado por la mujer sentada a su frente, algo completamente distinto a lo que imaginó.
La señora tenía una mirada prepotente, analizando cómo estaba vestido el menor y mirando cada uno de sus gestos.
𝐂𝐨𝐧𝐭𝐢𝐧𝐮𝐚𝐫𝐚...
¿Se imaginaban a la mamá de Dan como alguien así? ¿O pensaba que era humilde?
Se vienen cosas interesantes... Qué tal un... ¿Dan millonario?
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| Nada que perder | Jinx [Jaekyung x Dan]
Fanfic-Sé fuerte mi niño. -las palabras de la mayor resonaban en su mente. -Vive tu vida sin arrepentimientos. -Sé feliz. -Oh, que tan importante Consejo. En un mundo lleno de desgracias, lo único que lo alentaba era tener a su abuelita a su lado. ¿Qué...