개ʚVEINTISIETE

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Apo

—¿Hermanito?—con lágrimas en mis ojos continúe gritando.

Hace dos horas que había vuelto del mandado de mi padre y no encontraba a mi hermano por ningún lado cuando ya tendría que estar aquí.

Sabía que hoy había salido a hacer el otro mandado pero siempre volvía antes de que yo llegara.

Di la vuelta por los calabozos de la mansión Jelston, el hogar del socio de mi padre donde supuestamente mi hermano tenía la entrega.

—¡Hermano?!—volví a gritar.

Una mujer salió de uno de los calabozos abiertos y me señaló al final del pasillo.

Le agradecí y corrí hacia allí ,una escena que hizo que mi mente cambiará ese día y que mi corazón se destruyeron por completo.

—¡Noo!—grité desconsolado y abracé al desnudo y sangriento cuerpo de mi hermanito.

—¡No me dejes!—me saqué la camiseta y lo tapé, estaba helado, lleno de moretones, sangre y semen de esos asquerosos.

Estaba desmayado pero aún así tenía miedo de perderlo.

—Lo siento tanto—sollocé con el cuerpo casi sin vida de mi hermano mientras corría por los pasillos de la mansión.

Las personas de allí nos miraban con lastima pero eso no servía de nada, el daño estaba hecho.

Me subí al auto con mi hermano en brazos, sollozando y gritando de la impotencia.

Manejé como pude hacia el hospital y llamé a mi amigo Bas, el lo atendería sin llamar a la policía.

—¿Amigo?—contestó.

—Po...porfavor necesito que me ayudes, es mi hermano—bajé del auto apretando a mi hermano contra mi.

—Te espero en la puerta—cortó.

Entré corriendo donde las enfermeras y mi amigo los esperaban, al ver al pequeño su rostro se descolocó por completo.

—Por favor...ayudenlo—lo dejé en la camilla,besé su frente y volví a decir lo siento.

—Él va a estar bien—los brazos de mi amigo me rodearon mientras se lo llevaban .

Me senté a esperar y en ese momento fue cuando decidí que debíamos escapar.

Si tan sólo lo hubiera hecho antes...

—Si tan solo lo hubiera hecho antes—susurré, una lágrima cayó por mi mejilla.

—¿Estas bien?—Mile se sentó a mi lado, creí que estaba dormido.

—Si—contesté aún sentado.

—¿Quieres hablar de eso?—me miró.

—¿Alguna vez te arrepentiste de no haber hecho algo?—lo miré sin importar las lágrimas en mi rostro.

—Si, muchas veces—secó mis lágrimas con su pulgar—No debes culparte de nada Apo, eres un buen hombre—apretó mi hombro.

—Los hombres son valientes, no son cobardes—negué con mi cabeza.

—¿Y quien dice que eres cobarde?

—Yo—lo miré a los ojos.

—Estás muy equivocado...

—¿Po?—Mi hermanito entró a la habitación—¿Puedo dormir contigo?—miró a Mile.

—Si, te dejo mi lado—se paró.

ENEMIGOS │JEFFBARCODEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora