Capítulo 22

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Gabriel

Supe que algo iba mal cuando Ellie rechazó el postre. Cuando llegamos a casa, casi se había apagado por completo.

Quería desesperadamente saber qué le pasaba, pero sabía que cuanto más la presionara, más se apagaría.

Cuando se hizo la dormida, me preocupé aún más, pero le seguí el juego.

Sabía que planeaba hacer algo. En términos generales, cuando alguien está asustado, lucha o huye. Ella no luchó. Diablos, ni siquiera me cuestionó. Eso no era propio de ella.

Siempre fue muy curiosa.

Tal vez decirle lo que iba a pasar había sido demasiado. No tanto como si la hubiera llevado a la ceremonia, sin que ella supiera nada. Eso habría sido demasiado traumático.

Así que me senté en la silla en la oscuridad.

Empezaba a pensar que estaba equivocado. Ella no iba a huir.

Entonces lo oí, el suave sonido de la puerta al abrirse. Chica lista, no la cerró. Eso me habría alertado. Luego, el sonido casi silencioso de sus pies descalzos caminando por el suelo.

Entonces la vi. Todavía en camisón, sin nada en los pies. Realmente no había pensado en esto. Se moriría de frío con un camisón tan fino.

Estaba casi en la puerta principal, cuando hablé.

-¿Vas a alguna parte, Ellie?

Ella se quedó congelada, casi como si estuviera pegada al lugar. Luego me miró. Una mirada de terror en su rostro.

Yo estaba un poco decepcionado, por decir lo menos. Pensé que había empezado a confiar en mí. Incluso se había abierto y me había contado algunas cosas de su pasado. ¿Por qué ahora, de repente, me tenía tanto miedo?

Le hice señas con el dedo para que se acercara a mí.

No podía creerlo cuando dio un paso atrás. Como si yo fuera alguien que tuviera la intención de hacerle daño.

Me miró a mí y luego a la puerta principal. Pude ver que estaba sopesando en su mente si salir corriendo.

Si lo hubiera hecho, probablemente se habría asustado aún más, porque la puerta principal estaba cerrada.

-Ven aquí, Ellie-le ordené, usando mi comando Alfa.

Ella dio otro paso atrás y negó con la cabeza.

Eso me tomó por sorpresa. En teoría, nadie debería ser capaz de resistirse a mi orden Alfa. No, a menos que tuvieran sangre Alfa en su sistema, e incluso entonces sería una lucha.

Me puse de pie y las comisuras de mis labios se curvaron en un atisbo de sonrisa.

-Bueno, ahí está la sorpresa, puedes resistir una orden Alfa-murmuré.

Observé como ella estaba a punto de dar otro paso atrás, sin darse cuenta de que estaba a sólo unos centímetros de la pared.

-P... Por favor... Yo... Lo siento- gimoteó.

Empecé a caminar hacia ella queriendo consolarla. Queriendo saber por qué se sentía así de repente. Habíamos progresado tanto.

Me detuve en seco. La observé mientras se deslizaba por la pared, con las rodillas metidas en el pecho. Eso no era lo peor. La forma en que sus pequeños brazos cubrían su cabeza mientras se encogía y temblaba.

Creía que iba a hacerle daño.

-Sé que me he portado mal-gimoteó-, no se lo diré a nadie... Lo prometo -tartamudeó.

Me acerqué y me agaché.

-Está bien, palomita, -la tranquilicé,- nadie va a hacerte daño, cariño.

La rodeé suavemente con mis brazos. Se estremeció, pero lo ignoré mientras la levantaba.

Su pequeño cuerpo temblaba y se puso rígido mientras un grito ahogado se escapaba de sus labios.

La llevé a la silla donde había estado sentado antes y la acomodé en mi regazo. Todavía tenía los brazos alrededor de la cabeza.

Se los quité con cuidado.

Le levanté la barbilla con un dedo y miré sus ojos azules. Estaban muy abiertos, como los de un ciervo que ha sido cazado y atrapado.

Brillaban con lágrimas no derramadas que podrían brotar en cualquier momento, para unirse al rastro de las que ya había derramado en sus mejillas.

-¿Por qué crees que has sido mala, Ellie? -le pregunté.

Ella cerró los ojos en un intento de evitar que siguieran cayendo. No lo consiguió, ya que se abrieron paso a través de sus pestañas.

Negó con la cabeza.

-Te lo dijo... Se suponía que nadie debía saberlo... Ahora me castigarán -sollozó.

De repente me di cuenta de lo que estaba hablando. De quién hablaba.

Le acaricié suavemente el pelo y la estreché contra mí.

-No fue tu culpa, Ellie. No deberían haberte hecho eso. Erik lo sabe y yo también. Nadie te va a castigar, cariño -la tranquilicé.

Ella negó con la cabeza: -Lo hará, dijo que lo haría. Me encontrará y me hará daño.

Suspiré y besé la parte superior de su cabeza.

-Ahora no tiene poder sobre ti, Ellie. No iba a decirtelo hasta que fueras mayor, pero creo que necesitas saberlo ahora. Estás protegida. No eres completamente humana. Eres mitad hombre lobo.
>>Uno de tus padres era un hombre lobo.

Se apartó de mí. Una mirada de terror en su rostro.

-Está bien, Ellie. Significa que eres una de nosotros. Significa que eres más joven de lo que pensabas. Cuando llegue el momento y tu lobo emerja significa que podemos estar aquí para ti, ayudarte a adaptarte.

Me miró fijamente y negó con la cabeza.

-N... No, no puedes decir eso... Voy a morir ahora -gritó.

Le froté suavemente la espalda.

-Claro que no te vas a morir. Sé que es mucho para asimilar, pero significa que perteneces a este lugar. Perteneces a nosotros, a los de tu especie.

Ella negó enérgicamente con la cabeza, todo el color se drenó de su rostro.

-N... No. No lo entiendes. Él me lo dijo. Me dijo que si alguien se enteraba me encontraría. Dijo que me encontraría y me mataría.

Las Guerras LupinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora