Capítulo 11

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Gabriel

Dejé a EIlie con Jasmine. Esperé que pudiera dormir un rato, mientras yo solucionaba algunas cosas.
Lo primero en mi agenda era una visita a mi  padre.
Cada manada tenía un miembro del consejo de los hombres que residía allí. Todos eran Alfa,o al menos antiguos Alfas. Una vez que mi padre
me pasó el título, se convirtió en miembro del consejo de los Were.
El consejo, en su totalidad, sólo se reunía una vez al mes. El resto del tiempo estaban allí para escuchar, observar y presentar cualquier
petición al consejo de los Were que el Alfa de la manada no pudiera atender.
Los humanos en nuestro territorio eran una de esas cosas. Por mucho que quisiera adoptarla, lo más probable es que la decisión final fuera
de mi padre. Incluso si no hubiera sido el Alfa, habría sido lo mismo.
Como era una niña, él podía tomar la decisión.
Si hubiera sido una adulta, se habría presentado ante todo el consejo.
Mi padre tenía su propia oficina. Podía haberle hecho una conexión mental, pero esto era algo oficial. Estaba bastante seguro de que lo aprobaría, pero ya había habido ocasiones en las que me había equivocado.
Espero que ésta no sea una de ellas.
Llamé a la puerta y oí un «entra» apagado desde dentro.
Sonrió al verme. A pesar de que tenía una casaaquí, rara vez nos veiamos.
-Padre - devolví la sonrisa,—cómo está
mamá?
Puso los ojos en blanco,—quejándose de que no me ve lo suficiente—dudó— ni a ti.
Lo siento, intentaré esforzarme más, ha sido una época de mucho trabajo le ofrecí con culpabilidad.
Me miró y asintió,— pero no has venido aquípara ver cómo está el viejo, ¿verdad?.
Señaló el asiento frente a su escritorio. Comosolía hacerlo cuando yo era un niño.
Algunas cosas nunca cambiaban, seguía siendo un Alfa, aunque no dirigiera una manada.
Me senté y lo miré. El sabía por qué estaba aqui, sólo que no quería hacerlo fácil.
-Una cachorra humana cruzó la frontera, mi
beta la encontró mientras patrullaba.
Me miró y asintió.
-Fue disparada por su propia gente.—Afirmé.
Se sentó con la espalda recta, eso había llamado su atención.
-Estaba medio muerta de hambre, y ha sido gravemente maltratada.. -dudé -Me gustaría que el consejo me diera permiso para
adoptarla.
La cara de mi padre se ensombreció. A ningún hombre lobo le gustaba la idea de que un cachorro fuera maltratado. No importaba si eran hombres lobo o humanos.
-Tiene esta cachorra humana un nombre?- preguntó.
Fruncí el ceño, no estaba seguro de a dónde quería llegar con esto.
-Siempre desconfiado, Gabriel. Siempre fuiste así, incluso de niño-  Sonrió.
Suspiré,— siempre el que nunca da una respuesta directa!—contraataqué. -Su nombre es Ellie.
Puso los ojos en blanco y sacó algo del cajón de su escritorio.
-Para el papeleo- Sonrió.
Luego levantó la vista— Estás seguro de que es para la adopción?
Fruncí el ceño,—por supuesto, tiene doce años aunque sólo aparenta siete. Nunca había visto una fresa, ni probado la leche.
Le miré mientras empezaba a rellenar el papeleo. Continuó hablando sin siquiera levantar la vista.
-Sólo lo menciono porque se ha sabido que las parejas humanas son mucho más jóvenes
que sus homólogos hombres lobo. Es la forma que tiene la diosa de la luna de permitir el menor tiempo de vida que tienen los humanos.
Puse los ojos en blanco: -Ella tiene doce años, padre, y yo veintiocho. Eso sería demasiado raro.
Mi padre levantó la vista.
-Muy bien, el papeleo está hecho. Todavía tendrás que proceder con la ceremonia de sangre, para traerla a la manada.
Asentí con la cabeza. No era algo que quisiera hacer, pero sabía que tendría que hacerlo. Lo último que necesitaba esa pequeña cachorra era
que alguien la cortara con un cuchillo, aunque fuera en la mano.
-Ah, y Gabriel, asegúrate de llevarla a casa, tu madre querrá conocer a su última nieta, aunque sea adoptada— Se rió.
Asentí con la cabeza. Sabía que mi madre se molestaría porque Jasmine la había visto antes que ella, pero eso era sólo cosas de madre.
Seguía actuando como una Luna, aunque fuera una jubilada.
Comencé a levantarme, pero antes de que tuviera la oportunidad, mi padre levantó la mano para detenerme.
-Necesito hablar contigo Gabriel, de otra cosa, aunque no muy alejada de tu pequeña cachorra.
Volví a sentarme y espere.
-Eres consciente de que el consejo ha estado considerando las solicitudes para tratar de reunirse con los humanos?
Asentí. Había sido vagamente consciente de que varios miembros de la manada eran optimistas respecto a la bajada de la frontera.
Sabía que mi hermana lo era.
-Las noticias sobre tu pequeña cachorra son muy preocupantes. Sólo confirma la información que ya tenemos.
Mi mandibula se apretó. Sabía lo que estaba pasando? ¿Sabía que los cachorros estaban siendo heridos y maltratados?
-Qué información? -gruñí.
Mi padre me miró y negó con la cabeza.
-Realmente eres protector con esa pequeña cachorra ;no es así?.
-Si hubieras visto lo que han hecho, lo
destrozada que está..— se me cortó la voz.
Se levantó y caminó alrededor del escritorio hasta donde yo estaba sentado.
-No teníamos ni idea de los abusos, sólo que les faltaba comida y que tenían una especie de sistema de dos niveles.
Suspiré. Mi lobo seguía enfadado por lo que le había pasado a Ellie, y casi le dejé que tomara el control.
-Nosotros?-pregunté.
Mi padre se sentó al borde del escritorio.
-Tengo un equipo, han tenido contacto con algunos rebeldes. Les pagamos con comida a cambio de información.
Me senté en la silla.
-¿Qué tipo de información? - pregunté.
Mi padre se cruzó de brazos: -Si te lo digo, tienes que mantener la calma.
Puse mis labios en una línea firme,
bien.
Dudó un momento y enarcó una ceja.
-muy bien.
-Como dije, es un sistema de dos niveles. Dentro de la frontera hay un muro, dentro del muro parece que los humanos viven normalmente, los cachorros son educados, alimentados, etc. Viven como las familias normales, pero fuera del muro, es nada menos que un campo de trabajo.
Asentí con la cabeza, Me lo imaginaba,
utilizando a los niños como mano de obra.
-Eso no es lo peor -afirmó mi padre,
Suspirando. »Según nuestros pequeños espías rebeldes, una
vez que los cachorros cumplen los dieciocho años son enviados. Los chicos son entrenados como guardias fronterizos, las chicas... -su
voz se interrumpió.

Sentí que mi lobo se inquietaba y trataba de tomar el control. Lo empujé hacia abajo.
-Y las chicas? Qué habría sido de mi
pequeña cachorra si no hubiera huido?
Mi padre se levantó y apoyó una mano en mi
hombro.
-Calma a tu lobo, Gabriel. Sé que es protector con esa pequena cachorra —advirtió.
Respiré hondo—Continúa padre, no puede ser peor de lo que ya sé.
Se alejó y volvió a su asiento detrás del
escritorio, pero no se sentó. Apoyó las manos en la parte superior del escritorio y se inclinó
hacia delante.
–Se llevan a las chicas y las utilizan para criar a la siguiente generación de niños esclavos— gruñó.
Me levanté lentamente con los puños cerrados mientras luchaba con mi lobo.
-Calma a tu lobo, Gabriel-ordenó mi padre.
Asentí con la cabeza,—¿qué pretendes hacer?— pregunté con los dientes apretados.
Mi padre se puso de pie y se cruzó de brazos.
-El consejo está trabajando en un plan.
Necesitamos información antes de proceder.
Fruncí el ceño:— ¿Proceder?
Mi padre se lamió los labios—Pretendemos recuperar la frontera, liberar los campos de trabajo. Con suerte, los que están detrás del muro caerán.
-¿Por la fuerza?- pregunté.
Mi padre asintió, sí Gabriel, por la fuerza. Nos rendimos demasiado pronto durante las Guerras de los Hombres. Necesitábamos un
liderazgo valiente, un liderazgo valiente que no teníamos.
Ningún humano u hombre lobo debería ser forzado a vivir en esas condiciones. Los tiempos han cambiado, ahora somos más
fuertes. Es hora de recuperar lo que era nuestro. Dejemos que nuestros jóvenes lobos encuentren a sus parejas.Que detengan el abuso de los cachorros, como tu Ellie.
-Cuándo?—fue la primera pregunta que pasó por mis labios, mientras me sentaba de nuevo.
Sabía en mi corazón que Ellie no era un caso aislado. Su mente curiosa había sido su perdición, y probablemente lo que la salvó.
Mi padre sonrió: -Paciencia, Gabriel. No podemos hacer esto por capricho, habrá que planificar con cuidado -dudó,—podríamos avanzar más rápido si tuviéramos más
información...
Supe al instante a qué se refería.
Negué con la cabeza: —No la obligaré a decirme nada, ya ha sufrido bastante y dudo que lo entienda de todos modos.
Mi padre asintió:—Estoy de acuerdo, Gabriel, pero todo lo que te cuente nos vendrá bien, no entenderá la importancia de las cosas más sencillas. Tiene hermanos, hermanas?
Asentí—un hermano, creo que mayor,
también estaba en el campo de prisioneros.
Suspiré,— ella no es simple padre, es curiosa y brillante, sólo que nunca tuvo la oportunidad.
Mi padre sonrió, —estoy deseando conocerla, ¿qué tal si cenamos mañana, eso haría feliz a tu madre?
Entrecerré los ojos y le miré de reojo.
-Muy bien, pero nada de intentar sonsacarle información -advertí.
Levantó las manos en señal de rendición y se rió.
-Me comportaré lo mejor posible.
Me levanté, sin creerme ni una palabra. Al menos podía estar preparado.
-Hasta mañana entonces.
Me dirigí a la puerta y al abrirla, escuché su voz dando una última advertencia.
-Ah y Gabriel, este plan de la frontera, queda entre tú y yo.
Miré por encima de mi hombro y asentí con la cabeza, antes de dejar a mi padre con sus
planes y tácticas turbias.

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